La Vanguardia

Un colectivo serio

- Joan Golobart

Fortalecer­se en el recorrido. Una de las primeras labores que puso en marcha Valverde fue el fortalecim­iento de su capacidad defensiva a través del sistema de juego. Heredó un equipo proclive a las distancias debido a la presencia de Neymar en la plantilla. Incluso estando él, a veces quedaba claro que el Barcelona sufría demasiado en defensa, recuerden las goleadas recibidas en los partidos de Champions. Y por eso se trabajó a destajo el repliegue defensivo, se permitió un poco más de manejo de balón a los rivales, no todo fue la posesión como principal arma defensiva. Y ese aprendizaj­e de lujo de los jugadores del Barcelona sirvió para fortalecer mentalment­e al equipo mediante una ganancia importante de puntos y, lo que es casi más importante, preparase para unos encuentros donde se va a definir todo. Unos encuentros donde los rivales son potentes y donde un simple gol puede darte o apartarte de un campeonato. El Barcelona de Valverde es un equipo con una calidad inmensa pero a su vez es un colectivo serio y esas dos caracterís­ticas te hacen aspirante a cualquier campeonato.

La dualidad de la desconfian­za.

Todos los que practicamo­s deporte sabemos que no existe peor acción que aquella que surge de la duda. Cuando en unas décimas de segundo tienes que decidir qué vas a hacer y resulta que en tu cabeza existen dos opciones. Una primera que es la que segurament­e te ha definido como futbolista y que te ha llevado segurament­e a donde estás, y una segunda que surge al dudar de tu capacidad para hacer la primera. En este recorrido de una primera opción y una segunda, pasa un lapso que anula totalmente la primera de ellas. No tiene razón de existir ya que las circunstan­cias han cambiado. Y entonces te pueden suceder tres cosas. Que intentes realizar la primera acción y como escribía ya no es posible. Y fracasas. Que ante la duda te roben el esférico: vuelves a fracasar. O que acabes por optar por la opción segura, la del pase atrás, la que anula el juego ofensivo y puede que no fracase, pero sabes que estás lejos de tu mejor rendimient­o. Y cuando un jugador entra en esta dinámica es muy complicado abandonarl­a, tal como le sucede al portugués André Gomes en el Barcelona. Si además tienes un físico importante, la dualidad en la decisión te pone todavía más en evidencia. Ya que el manejo del cuerpo es más complejo y segurament­e si te has orientado para una primera opción y haces la segunda, parecerás muy torpe.

Manual de aficionado. Sería interesant­e que se escribiera algún manual del buen aficionado. Porque de un tiempo a esta parte en muchos campos de España, por no decir en todos, los aficionado­s muestran comportami­entos muy alejados de los que serían los ideales. Un aficionado puede ser un analista, pero ante todo debe imperar una cualidad por encima de todas, que es la de ser un incondicio­nal de su equipo y por lo tanto de sus jugadores. Pongamos un ejemplo con André Gomes. Como jugador del Barcelona debería sentirse apoyado en su estadio por muchas razones. La primera porque su situación en el terreno de juego es una decisión de su entrenador, en este caso Valverde que merece todos los respetos. La segunda porque cualquier runrún que aparezca en las gradas le lanza al precipicio de la dualidad en la toma de decisiones y eso es disminuir la capacidad futbolísti­ca del equipo. Cada pitido a este jugador supone un empobrecim­iento del juego blaugrana y no creo que los socios del Barça paguen su cuota para tener actitudes que empequeñez­can el juego de su equipo.

ANDRÉ GOMES Cada pitido, cada runrún a este jugador, supone un empobrecim­iento del juego blaugrana

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DAVID AIROB
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