Alguien lo tenía que decir
SANTI Vila explica en su último libro (De héroes y traidores) que en la mañana del 26 de octubre del 2017 (horas antes de la DUI) Irene Rigau, dirigiéndose a Puigdemont y Junqueras, les recordó que, aunque Catalunya no tuviera un Estado, aquellas circunstancias requerían de verdaderos hombres de Estado y que, en consecuencia, era preciso convocar las elecciones sin más duda ni dilación. La exhortación explícita de Rigau a Junqueras irritó al vicepresidente, que le afeó estar faltándole al respeto.
De nuevo, el atasco en que se encuentra la política catalana exige pragmatismo y eso que Rigau calificaba de sentido de Estado, aunque a algunos este criterio les parezca una descortesía. Ciertamente, Joan Tardà ha demostrado en las últimas horas que ha llegado el momento de expresar en voz alta lo que muchos en este país piensan que es un sacrilegio. cuando debería ser un acto de sinceridad. O una manera de imponer la responsabilidad por encima de los sentimientos desbocados. En las últimas horas, Tardà ha hecho público su punto de vista al expresar que el independentismo necesita “menos tripa y más cerebro” y ha añadido que lo más útil sería tender puentes con el PSC y los comunes, acumular fuerzas para ampliar la base social soberanista e intentar un diálogo bilateral con el Estado. Tardà incendió las redes pero alumbró la razón. La alternativa de “Puigdemont o elecciones” nunca pareció una fórmula magistral. Lo que manifestó el portavoz de ERC en el Congreso no fue una ocurrencia: se trató de un mensaje pactado con el propio Oriol Junqueras.
La apuesta del líder republicano por la realpolitik es contundente, mientra los días se reblandecen como los relojes dalinianos con el 155. Junqueras acumula más sensatez que rencor, lo que no es fácil cuando uno se encuentra en una prisión provisional que se parece a una condena. Pero está bien que se empiecen a decir las cosas por su nombre. Como el Tardà de
Polònia: “Algú ho havia de dir”.