Telerrealidad política
“Que me detengan”, proclama Nunberg, requerido por el fiscal de la trama rusa
El reality show que por momentos parece la Administración Trump ha tenido un capítulo inesperado y glorioso con el periplo por los platós de televisión de uno de sus exasesores, Sam Nunberg.
El reality show que por momentos parece la Administración Trump, con el presidente como único guionista en jefe, tuvo el lunes un capítulo inesperado y glorioso con el periplo por los platós de televisión, en condiciones sospechosas, de uno de sus exasesores, Sam Nunberg, proclamando que no piensa atender los requerimientos del fiscal para que acuda a declarar este viernes ante el gran jurado.
“Sería divertido que me detuvieran”, dijo en su primera entrevista, con la cadena MSNBC, a la que llamó personalmente desde Nueva York para contar que ha sido convocado para testificar ante el gran jurado sobre la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones del 2016. Le reclaman, contó, que entregue los correos electrónicos intercambiados en esa época con otros personajes de la trama. “No pienso pasar 30 horas repasando mis e-mails, no pienso hacerlo. Que me arresten, no voy a cooperar con la justicia”, añadió desafiante poco después en otra cadena durante la delirante serie de entrevistas del lunes por la noche, seis en el plazo de cuatro horas. Tiene “una vida”, dijo, y no piensa pagarse “la excursión” para ir a declarar.
Ya de noche, sentado en el plató de la CNN, la presentadora le hizo la pregunta que los espectadores llevaban toda la tarde haciéndose: “¿Ha bebido alcohol?”, le planteó Erin Burnett, que dijo haber notado cierto tufo etílico en su aliento. “No”, respondió Nunberg. “¿Alguna otra cosa?”, insistió la presentadora. “No, no. Bueno, sólo mis medicinas, mis antidepresivos”, dijo. La Casa Blanca envió mensajes a varios periodistas diciendo que o bien había bebido o no se había tomado su medicación.
Nunberg era, hasta ayer, un personaje desconocido para el gran público. Trabajó en la campaña de Trump como consejero político, pero fue despedido en agosto del 2015 por el propio candidato después de que se conocieran unos comentarios racistas publicados en su Facebook sobre la hija del reverendo Al Sharpton y el expresidente Barack Obama. En su maratón televisivo, se rió de que el fiscal especial, Robert Muller, le preguntara si oyó hablar ruso en la torre Trump y se contradijo sobre si hubo o no colusión entre la campaña del magnate neoyorquino y Moscú. “Puede ser” que tengan algo contra Trump, dijo primero; “creo que pudo haber hecho algo, pero no lo sé”. Minutos después lo descartó “porque Vladímir Putin es demasiado listo para eso”. La portavoz del presidente, Sarah Huckabee Sanders, a la que Nunberg insultó en varias ocasiones, se negó a valorar las declaraciones de “alguien que no ha trabajado en la Casa Blanca”.
La prensa ha publicado extractos de la citación judicial pidiéndole que facilite ciertos correos (se supone que debía haberlos entregado el lunes), pero no está claro que se le haya convocado para testificar ante el gran jurado. Que le detengan es, en efecto, lo que le puede ocurrir si desoye al fiscal. No obstante, al final del día, en una entrevista con la agencia AP, Nunberg pareció cambiar de opinión. “Creo que voy a acabar cooperando”, dijo.
“Sólo me he tomado mis antidepresivos”, dice el exconsejero, preguntado sobre si había bebido alcohol