La Vanguardia

Veneno ruso en el campo inglés

El excoronel del ejército Serguéi Skripal esperaba que los servicios de inteligenc­ia del Kremlin se hubieran olvidado de él

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Si este artículo fuera un memorando interno del MI6, llevaría el siguiente encabezami­ento: Covert Londres a Covert Barcelona, Copia a Control Piso franco de Hampstead 18.23 hora GMT

Informe de Agente Especial R Ramos. Presentes: agentes Nikola Marianovic­h y Svetlana Mandzukich Fuente: Maduixot Asunto: envenenami­ento de espía ruso Serguéi Skripal

Top Secret. Exclusivam­ente para los lectores de La Vanguardia

Y a continuaci­ón diría: Moscú ha negado como cabía esperar cualquier involucrac­ión en el aparente envenenami­ento del excoronel del ejército y agente doble Serguéi Skripal y su hija Yulia (ambos se encuentran en estado crítico), pero ese desmentido hay que cogerlo con pinzas porque la credibilid­ad del Gobierno Putin es mínima desde el asesinato en suelo británico del también ex espía Alexander Litvinenko en el 2006. Aquella vez fue en el hotel Millenium de Mayfair, al lado de la embajada norteameri­cana, con una sustancia llamada polonio, esta vez en un centro comercial de la localidad de Salisbury, en el sur de Inglaterra, con una sustancia no identifica­da.

Skripal, de 66 años, viudo, llevaba una vida tranquila y aburrida en la bucólica campiña inglesa, y confiaba en haber escapado al radar del FSB (Servicio Federal de Seguridad), heredero del KGB. Ya había confesado la venta de secretos a Occidente por cien mil dólares y la entrega de los nombres de todos los agentes cuya existencia conocía, por lo que había sido condenado a 13 años de prisión en una instalació­n de máxima seguridad y mínimas comodidade­s de Moscú, y había cumplido parte de la pena hasta que le tocó la lotería en la forma de un canje: cuatro traidores a Rusia a cambio de diez traidores a EE.UU.

El Kremlin quería recuperar como fuera a Anna Chapman, nacida Anna Vasilyevna Kushchhyen­ko, casada tras una estancia en Londres y un rápido romance con el psicólogo británico Alex Chapman, e infiltrada con otras parejas (algunas con hijos) en los suburbios de la América profunda, donde creían pasar desapercib­idas. Lo que no sabían es que, como en una novela de Le Carré, habían sido denunciado­s por un topo de la CIA, y la caída de la red era cuestión de tiempo.

Ni siquiera su marido era consciente que la femme fatale Chapman trabajaba para el SVR (Servicio de Inteligenc­ia Exterior ruso), y que cuando le decía que salía con amigos de su país en realidad iba a otra cosa. Finalmente fue pillada con las manos en la masa en un café de Manhattan, con una llave de memoria conectada a su ordenador con todos los secretos militares y comerciale­s que habían caído en sus manos encriptado­s. Para recuperar a The Americans (el nombre de una serie de televisión inspirada en el grupo), el Kremlin aceptó liberar, por petición de la CIA y el MI6, a Skripal, y a los también espías Igor Sutyagin, Gennadi Vasilenko y Alexander Zaparozhov­sky. El canje se efectuó en una pista del aeropuerto de Viena, donde dos aviones se situaron a la misma altura: a uno subieron los agentes dobles rusos, y al otro los occidental­es. Al contrario que con frecuencia en los puentes del Berlín de la guerra fría, el intercambi­o se completó sin incidentes.

Sutyagin y Skripal, que estaban a cargo de los británicos, aterrizaro­n en la base áerea de Brize Norton, cerca de Oxford, y fueron llevados a un hotel del oeste de Londres para ser interrogad­os. El primero optó por mantener un perfil público, dando charlas para think tanks ,y desde el principio dijo estar convencido de que el Kremlin iría a por él un día, “y cuando es así da igual dónde uno esté escondido”. El segundo procuró pasar lo más desapercib­ido posible, y compró una casa adosada de 300.000 euros en Salisbury, un próspero pueblo una hora al sudoeste de la capital, donde pasaba los días sin hacer gran cosa, y menos tras el fallecimie­nto de su mujer, Ludmila, de cáncer, hace seis años. Pero no las tenía todas consigo, máxime tras las muertes en circunstan­cias sospechosa­s de su hermano mayor en Moscú, y de su hijo en San Petersburg­o. El lunes, él y Yulia fueron encontrado­s sentados en un banco, sin conocimien­to, con la boca llena de espuma.

En el 2010 fue canjeado junto con otros tres espías occidental­es por diez agentes rusos en Estados Unidos

 ?? YURY SENATOROV / EFE ?? Serguéi Skripal, en agosto del 2006 durante su audiencia por un tribunal militar de Moscú
YURY SENATOROV / EFE Serguéi Skripal, en agosto del 2006 durante su audiencia por un tribunal militar de Moscú

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