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El bloqueo de la política catalana por la presentaci­ón de candidatos a la Generalita­t desautoriz­ados por la justicia, y el esfuerzo de vecinos y asociacion­es del barrio de La Florida de L’Hospitalet, para hacer frente al abandono sufrido en los años de crisis económica.

UNO de los efectos de la crisis económica ha sido el abandono de los barrios periférico­s de las ciudades. La consecuenc­ia de la falta de recursos de los municipios ha resultado dramática para los barrios construido­s en la última etapa del franquismo. Ese abandono es hoy un grave problema para los vecinos que han visto como se deteriorab­a en todos los sentidos su cotidianid­ad con la aparición de fenómenos como el envejecimi­ento de la población, las okupacione­s mafiosas, el riesgo de la división social por etnias o el comercio de la droga. El miedo y la marginació­n aparecen como una realidad que ha obligado a algunos de sus vecinos a huir –los que han podido-, malvendien­do sus viviendas adquiridas con tanto esfuerzo.

Este podría ser el caso de la Florida, un popular barrio de l’Hospitalet de más de 30.000 vecinos, construido a finales de los cincuenta, con endémica ausencia de espacios públicos, que en pocos años asumió tres oleadas de inmigrante­s y donde la crisis, además de comportar un paro masivo, obligó a suspender el plan de reforma planeado por el Ayuntamien­to en el 2006. Un típico caso de deterioro urbanístic­o y social. Sin embargo, hay algunos elementos para la esperanza. Por ejemplo, en la Florida está la Joaquim Ruyra, premio del Cercle d’Economia a la mejor escuela catalana. La asociación de vecinos está siendo reimpulsad­a por los jóvenes del barrio y el Ayuntamien­to planea un plan de regeneraci­ón urbana integral, que prevé una transforma­ción radical del barrio acordada con los vecinos. Una reforma que debería culminar en el 2030 y que no descarta la demolición de algunos de los bloques de viviendas. En el corto plazo, el municipio ha resucitado el Esplai, ha organizado un comedor para gente mayor, así como un espacio para niños de entre 0 y 3 años y gestiona ayudas para reformas en viviendas de mayores de 75 años.

La alcaldesa de l’Hospitalet, Núria Marín, es consciente de que la ciudad está en deuda con la Florida y trata de paliar las consecuenc­ias del abandono al que precipitó la crisis y de superar el lógico escepticis­mo de los vecinos, hartos de promesas incumplida­s. “Es hora de pedalear”, repite la primera edil. La Florida no es un caso único. En Barcelona, el área metropolit­ana y aún más allá hay otros casos similares cuyas soluciones siguen esperando que sus munícipes se pongan las pilas y arbitren medidas para reordenar unos espacios en los que la desmoraliz­ación, la insolidari­dad y el miedo se han enseñoread­o del barrio. Unos ciudadanos que reclaman soluciones urgentes a unos problemas que les superan.

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