La Vanguardia

Un motor equivocado

Cada vez tiene menos sentido esa maldad de la gente de comarcas que denomina diésel a los capitalino­s porque gastan poco

- Màrius Serra

Durante años los vehículos diésel fueron loados como la mejor opción tanto a nivel ecológico como económico, una visión que se ha invertido completame­nte, tal como expone Màrius Serra: “en el 2007 me compré un diésel, mi primer coche sin bujías desde que en 1981 me saqué el carnet. Concretame­nte, un Mazda 5 fácil de adaptar para transporta­r la silla de ruedas que entonces usaba nuestro hijo”.

Ya que los empresario­s alemanes están de actualidad, querría expresar mi profundo malestar con Rudolf Diesel. Soy moderado. Escribo malestar como quien escribe calamidad en vez de putada. Malestar, en mi caso, sería sinónimo de cabreo en grado sumo. Y es que, por culpa de ese Rudolf de las narices, en el 2007 me compré un diésel, mi primer coche sin bujías desde que en 1981 me saqué el carnet. Concretame­nte, un Mazda 5 fácil de adaptar para transporta­r la silla de ruedas que entonces usaba nuestro hijo. El mismo modelo salía mejor de precio si lo comprabas con motor de gasolina, pero el mantra a favor del diésel era ensordeced­or. Faltaban pocos meses para que explotase la burbuja inmobiliar­ia y todo el mundo decía que valía la pena gastar más en el vehículo porque luego te lo ahorrarías en el combustibl­e. Piqué. Pronto me pareció que el precio del gasóleo subía más deprisa que el de la gasolina. Me esforzaba en no fijarme para no cabrearme, pero era inútil. La diferencia entre los precios de los carburante­s cada vez se reducía. Estaba claro que me costaría dios y ayuda recuperar la pasta de más que me había costado el vehículo. Cada vez tiene menos sentido esa maldad de la gente de comarcas que denomina diésel a los capitalino­s porque gastan poco. Para más inri, se divulgan datos inequívoco­s sobre la desastrosa capacidad contaminad­ora de los motores diésel. Después del llamado escándalo dieselgate, la semana pasada entidades ecologista­s presentaro­n el informe “Mejor sin diésel” con datos muy inquietant­es. Comparados con los vehículos de gasolina, los diésel tienen un nivel de emisiones contaminan­tes más alto y unas cargas impositiva­s más bajas. Esta política de subvencion­es provoca que hoy el 60% de los 22 millones de vehículos matriculad­os en España sean diésel.

Por Barcelona los diésel ya circulamos con adhesivo, y hace poco trascendió que los ayuntamien­tos alemanes tendrán la potestad de prohibir totalmente la circulació­n a los vehículos como el mío por sus municipios. Rudolf, nos has fallado. Tal vez ya te lo imaginaste cuando el 29 de setiembre de 1913 saltaste al mar desde la cubierta del barco S.S. Dresden, que te llevaba des de Bélgica a Inglaterra. Oficialmen­te, te suicidaste agobiado por las deudas contraídas con tu invento. Pero hay dos teorías que sostienen la posibilida­d de un crimen. La primera, a pocos meses de la Primera Guerra Mundial, es que agentes alemanes te lanzasen al agua para evitar que le vendieras tus patentes al gobierno británico. La segunda es más entrañable: diseñaste tu motor para diversos combustibl­es vegetales, entre los cuales el aceite de cacahuete, de modo que tus asesinos serían agentes de las grandes compañías petroleras. Te lo juro por Snoopy.

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