La Vanguardia

El #MeToo llega a Irán

Las mujeres iraníes pierden el miedo a denunciar el acoso, y sufren las consecuenc­ias

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL

Los espacios para debatir los problemas a los que se enfrentan las mujeres en Irán son poquísimos y mucho más si está relacionad­o con el sexismo y al patriarcad­o que confrontan diariament­e. Pero como consecuenc­ia del estallido del #MeToo en Estados Unidos y el despertar que esta campaña ha provocado en otras partes del mundo, desde hace semanas han empezado a verse algunos cambios que quedaron en evidencia durante la celebració­n del 8 de Marzo cuando decenas de mujeres tuitearon acerca de sus experienci­as bajo la etiqueta #BarabarBaM­an (Igual a mí).

En esta campaña de Twitter más de 11.000 mujeres, muchas periodista­s, hicieron referencia a episodios de sus vidas donde habían tenido que confrontar el machismo, incluido el de otras mujeres. “Cuando estaba en la secundaria un hombre trató de asaltarme en la calle, pero al pedir ayuda dos mujeres se me acercaron y me dijeron: ‘Quédese quieta. Su manera de actuar la deshonra’”, escribió la periodista Nahid Molavi. Añadió que le costó muchos años aprender que no tenía que quedarse callada y que protestar, en contra de lo que se percibía, no era un deshonor.

La socióloga Shahla Ezazi, directora del grupo de estudios sociales sobre mujeres, explica que la mayoría de las mujeres en Irán nunca hablan del acoso sexual, ni tampoco muestran una reacción cuando son acosadas, porque tienen miedo. “Hay estudios que demuestran que no importa cómo se vistan las mujeres, ni lo que estén haciendo en la calle, todas ellas son acosadas”, explica.

Shahla Eazazi formó parte de un reducido grupo de académicos y autoridade­s que participó el pasado diciembre en el debate sobre acoso sexual en espacios públicos, el primero de este tipo llevado a cabo en la universida­d de Teherán. Por esa razón no dejaba de ser excepciona­l ver a un grupo numeroso de jóvenes universita­rias, muchas adornadas con bufandas color celeste, debatir sobre el tema y cuestionar a los oradores sobre las verdaderas medidas que habría que tomar para combatir esta actitud dentro de la sociedad.

El más confrontad­o fue el director general de los servicios sociales de la policía iraní, el coronel Alireza Hamidifar, a quienes las jóvenes criticaron por el abandono que sienten de las autoridade­s cuando se enfrentan a un acoso. Todo esto sucedía frente a la mirada de una docena de universita­rios milicianos, conocidos como basijis, que filmaban todo lo que allí se debatía.

Más allá del temor a ser señaladas por la sociedad, las mujeres también se enfrentan a la ley que va en su contra. Se les pide que haya dos testigos para poder sentenciar al acusado. “Obviamente bajo estas circunstan­cias las mujeres no tienen la valentía de salir y hablar sobre los acosos o la violencia a la que se enfrentan”, explica la periodista Ameneh Shirafkan, que también ha participad­o en varios debates sobre acoso en los espacios públicos.

Ameneh, al ser una de las pocas mujeres que transita en bicicleta por la ciudad, es víctima de ese tipo de acosos constantem­ente. Pero también cree que iniciativa­s como las conferenci­as o las campañas de Twitter están ayudando a cambiar esta actitud.

Otra cosa piensa la actriz Mahsad Eliasi, que tiene dudas sobre la rapidez con la que puede abrirse la sociedad a hablar sobre temas de acoso que vaya más allá de los que se sufren en los espacios públicos. Después de que se lanzó la campaña #MeToo, la actriz escribió un testimonio en uno de los principale­s periódicos del país donde contaba cómo años atrás un director intentó pasarse con ella cuando empezaba su carrera. Pero su artículo no fue respaldado en las redes sociales ni tampoco tuvo ningún eco en otros espacios.

“La realidad es que la mayoría no se han ha atrevido a hablar de sus propias experienci­as de acoso ya sea con gente famosa o con gente ordinaria”, lamenta la actriz. Pero escritos como el de Mahsad, seminarios como el de la universida­d de Teherán o la campaña de Twitter sí son una muestra de que poco a poco hay una disposició­n a confrontar el tema, que es una realidad dentro de la sociedad.

Y si bien este tipo de campañas son difíciles en sociedades tradiciona­les

Las autoridade­s toleran el debate feminista en la universida­d y las redes pero no en la calle

y religiosas como la iraní, la situación se hace más difícil por las condicione­s políticas. El activismo femenino sigue siendo visto como una amenaza para un sector del sistema iraní.

Mientras miles de mujeres contaban sus experienci­as de acoso en Twitter el 8 de marzo, otras intentaron llevar a cabo una protesta pacífica frente al Ministerio de Trabajo. Terminaría siendo reprimida por agentes de seguridad, muchos vestidos de paisano. Muchas asistentes fueron golpeadas y trece se encuentran en prisión.

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ALI MOHAMMADI / BLOOMBERG El acoso en las calles se da independie­ntemente de la vestimenta

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