La Vanguardia

Las FARC lo tienen difícil en las elecciones legislativ­as de Colombia

- BOGOTÁ Redacción y agencias

Los colombiano­s estaban llamados ayer a las urnas: elecciones legislativ­as, las primeras desde el acuerdo de paz del 2016 con la guerrilla de las FARC. Las FARC son ahora un partido político con las mismas siglas y todo parece indicar que no obtendrá muchos votos. Los sondeos no son muy fiables en Colombia, pero sí lo es el sistema caciquil de compra de votos que garantiza a la derecha una cómoda mayoría del 60% en el Parlamento.

La participac­ión será muy baja, también como es tradición. En la primera vuelta de las presidenci­ales del 2014 se abstuvo el 59,3% y en la segunda, el 52%.

El presidente Santos pidió a la población que vaya a votar en las “elecciones más pacíficas” de la historia del país. Sin embargo, la sensación de que pocas cosas pueden cambiarse con el voto es muy alta entre la ciudadanía. Entre los candidatos, por ejemplo, hay 65 con causas penales abiertas por corrupción, y si han podido presentars­e es porque mantienen intacta su capacidad de influencia en la judicatura y un músculo económico que les permite comprar votos en las zonas rurales.

Sea cual sea el resultado, las FARC tienen garantizad­os diez escaños. Así se acordó al firmar la paz. Esta concesión, sin embargo, puede provocar mala prensa al nuevo partido de la izquierda, que en muchas zonas del país no ha sido bien recibido. Después de 52 años de lucha armada con miles de muertos, la transición a la normalidad política no va a ser fácil para los exguerrill­eros.

Además, han perdido a su líder más carismátic­o, Rodrigo Londono, alias Timoshenko, que la semana pasada renunció a ser candidato a la presidenci­a. Su mala salud se lo impide. Ha sufrido un infarto y fue operado hace pocos días.

Las elecciones de ayer son un anticipo de las presidenci­ales del 27 de mayo. Tanto el centrodere­cha como la izquierda celebrarán primarias para elegir candidato, pero dos nombres suenan ya con fuerza. Uno es el del antiguo guerriller­o y exalcalde de Bogotá Gustavo Petro. Y otro es el conservado­r Iván Duque.

Petro lidera los sondeos con el 25% de la intención de voto y ninguna garantía de que este apoyo sea real. Tira de oratoria para vender una plataforma antisistem­a y la promesa de un nuevo orden económico: redistribu­ción de la riqueza y menos dependenci­a del petróleo y la minería.

Duque es todo lo contrario. No tiene tanta presencia pero sí buenos aliados entre las élites. Es amigo, por ejemplo, del expresiden­te Álvaro Uribe y, como él, ha criticado el acuerdo de paz con las FARC porque considera que el Estado ha cedido demasiado.

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