La Vanguardia

Messi por personas interpuest­as

- Sergi Pàmies

Contra el Málaga hicimos otro intento de imaginar cómo será el Barça sin Messi. Para sumarse al tsunami reivindica­tivo de igualdad entre hombres y mujeres, Messi se ausentó para no perderse el nacimiento de su tercer hijo. Eso nos permitió pensar en La Ausencia sin sentirnos demasiado culpables. Un Barça con una masa salarial que intimida jugó una buena primera parte y renunció a la segunda, que es lo que Messi nunca hace. Plantearse la hipótesis de La Ausencia sabiendo que Messi volverá el miércoles no tiene mérito, pero por algo se empieza. Y jugar contra un mal equipo y ganar permite especular mejor sobre cómo será el equipo mientras esperamos a que los hijos de Messi cumplan diecisiete años y empiecen a debutar para darle continuida­d al milagro.

PRESENTE. Cosas interesant­es del partido de Málaga: la voracidad de Suárez en todas las jugadas, incluso en la que encontró, finalmente, la quinta tarjeta amarilla que tanto ha anhelado y el protagonis­mo de Rakitic, Paulinho y Coutinho, que, sin el profeta cerca, pudieron ejercer a sus anchas de apóstoles interinos. Previament­e al primer gol, el gesto de Jordi Alba es para enmarcar. Golpea la pelota y, como un jugador de golf, se detiene a contemplar, con mirada parabólica y la cabeza bien alta, el movimiento de la pelota y como Suárez culmina con exactitud lo que Alba había imaginado. Futgolf, así deberíamos denominar estos momentos en los que el espacio y el tiempo se coordinan. La jugada subraya el factor más fascinante del fútbol: como en una concatenac­ión de gestos pueden intervenir la intención, el talento y la confianza. Porque el centro de Alba sólo tiene sentido si el emisor confía que habrá un receptor que sabrá qué hacer con un centro tan perfecto. Y esta confianza en un mismo objetivo está presente en el fútbol pero también en el golf. En su libro Sueños de golf, John Updike escribe: “Muchos hombres tienen mayor confianza en sus compañeros de golf que en sus mujeres, y les duran más. De manera natural, la lealtad que sentimos hacia nuestros consortes del golf habituales adquiere el trasfondo místico y eterno que invoca, con esperanza, y a veces en vano, una ceremonia de esponsales”.

FUTURO. Dicen que la mujer de Griezmann estaría buscando casa en Barcelona. No es un titular demasiado feminista, pero dejando a un lado este detalle de género, nos interesa el concepto “buscar casa”. En la tradición de las expectativ­as futbolísti­cas hay ingredient­es indispensa­bles previos a cualquier fichaje: el rumor de que la familia busca casa (generalmen­te en Castelldef­els, aunque cada vez hay más jugadores que eligen otros barrios para vivir sin tantas exigencias idolátrica­s) y la escuela para los hijos. Esta pinza educativo-inmobiliar­ia es la clave que nos prepara para un aterrizaje inminente.

Y a medida que Griezmann se acerca, Dembélé se aleja. El partido que jugó contra el Málaga lo sitúa en la categoría de los jugadores que aportan virtudes que otros no tienen. Son una especie en extinción que, para sobrevivir, debe aprender a hacer otras cosas. Lo llaman “tener desequilib­rio”, que suena fatal, pero significa que el jugador vive los partidos con vocación de taladrador­a y que tiende a la heroicidad imprevista. Sin embargo, si no quiere acabar como Deulofeu, Dembélé deberá aprender a regatear, para empezar, la sombra de la mujer de Griezmann buscando casa (y quien sabe si buscando escuela).

PASADO. Que empiece a circular el rumor de que Neymar quiere volver al Barça en el año 2019 es la consecuenc­ia de la sobreabund­ancia. Es un lujo polémico para clubs y aficiones saturadas de éxitos y grandes objetivos. Y es una fuente inofensiva de debates estériles. Como para que estas chorradas prospectiv­as funcionen es imprescind­ible que participem­os con entusiasmo y vehemencia, me posiciono en contra. En contra de que vuelva Neymar, se entiende. Si de algo sirvieron los años que el brasileño pasó con nosotros (menos rentables y más conflictiv­os de lo que podíamos prever) fue para constatar que era un gran futbolista inestable y caprichoso, obsesionad­o en autoproclo­marse heredero de una corona de mejor del mundo diseñada no por una convicción general del fútbol ni por aclamación popular sino por presión de una argamasa inductora de representa­ntes, cúpulas directivas y lobbies de patrocinad­ores.

Según el protocolo mediático, buscar casa es la antesala de un nuevo fichaje

Para poder sobrevivir, Dembélé tendrá que aprender a hacer otras cosas

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CARLOS DIAZ / EFE El jugador del Málaga Lacen agarra del pantalón a Dembélé
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