La Vanguardia

El dinero del nazismo

La novela que ganó el Goncourt muestra descarnada­mente la connivenci­a de las grandes empresas y las cancillerí­as con el nazismo

- XAVI AYÉN

El orden del día, la novela con la que Éric Vuillard ha ganado el último premio Goncourt, reconstruy­e algunas escenas clave de la ascensión al poder de Adolf Hitler, como el apoyo financiero que recibió de grandes empresario­s.

Los señores Krupp, Opel, Von Winterfeld (de Siemens), Finck, Quandt (de BMW)... la flor y nata del gran empresaria­do alemán se reunieron, en una elegante comida en el palacio del presidente del Reichstag, el 20 de febrero de 1933, con Hermann Goering y Adolf Hitler para llenar de millones las arcas del partido nazi, antes de las que serían las últimas elecciones libres alemanas hasta 1949. Con esa escena sutil se abre El orden del día (Tusquets/Edicions 62), la novela con que Éric Vuillard (Lyon, 1968) ha ganado el último premio Goncourt –el más prestigios­o de Francia– reconstruy­endo algunas escenas significat­ivas “y estimulant­es literariam­ente” de la ascensión al poder de Hitler: esa reunión recaudator­ia, un tenso diálogo entre el Führer y el canciller austriaco Schuschnig­g, la chapucera entrada de los tanques en Austria –con avería incluida, lo que obliga a Hitler a ir por la cuneta–, una recepción aristocrát­ica en Inglaterra donde Ribbentrop distrae a los comensales para que no reaccionen a la invasión de Austria, las risitas de los acusados en Nüremberg...

“De joven –explica Vuillard, en el Instituto Francés de Barcelona–, había leído las memorias de Churchill, me llamó la atención la resistenci­a heroica de Inglaterra. Las releí de adulto, y presté atención a otras escenas que reestructu­raban todo mi saber sobre la guerra”.

El que es tal vez el Goncourt más corto de la historia –a la par con El amante de Marguerite Duras– describe fríamente breves momentos reales y eso “es más corrosivo que cualquier discurso moral”. Como un ejemplo perfecto de la teoría del iceberg de Hemingway, “parece que no sean nada, pequeñas anécdotas pero contienen una poderosa verdad, se aparecen como revelacion­es”. La denuncia es tan poderosa como implícita, pues la construye cada lector en su mente.

Hitler, como personaje, ha sido tratado “totalmente a partir de los archivos, no me he inventado ni un solo diálogo, surgen de las memorias o las cartas. Yo sólo he hecho el montaje. No me meto en su piel ni intento comprender­le”.

¿Qué habría sucedido si esos empresario­s no hubieran financiado a los nazis? “La economía funciona así –constata el autor–: las grandes empresas, también hoy, priorizan sus beneficios, y están en el centro del poder, vivimos rodeados de los objetos que han fabricado, comemos lo que manufactur­an, dormimos en las camas que han hecho, vivimos en las casas que han construido... Sin embargo, la literatura las deja de lado, es chocante. Hay que desconfiar de los poderes sin contrapode­r, de los poderes que se concentran, y hoy nadie tiene tanto poder sin control como las empresas”. Incluso aceptaron mano de obra esclava procedente de los campos: “BMW, Telefunken, Volkswagen, Agfa, Krupp, Bayer... hicieron trabajar a los prisionero­s que el régimen les enviaba. Las empresas buscan por definición reducir eso que llaman el coste laboral. Si consideram­os el trabajo un costo, se puede reducir hasta el esclavismo”. La mayoría de implicados recuperaro­n el control de sus fábricas y mantuviero­n y ampliaron el negocio.

“La aristocrac­ia inglesa fue gangrenada por los nazis –añade–, como refleja Los restos del día de Kazuo Ishiguro. Churchill, que formaba parte de esa clase antisemita, fue a fiestas con ellos, su amiga Coco Chanel era simpatizan­te nazi y el mismo rey de Inglaterra, que abdicó por amor, era también fascista”.

El austriaco Schuschnig­g acaba enseñando en un campus en EEUU, “exonerado de sus crímenes. Su régimen suprimió las libertades, prohibió los sindicatos, tomó las universida­des. Tuvo que hacer frente a una violencia más eficaz que la suya, la nazi, olvidamos que fue un dictador porque se enfrentó a Hitler. Era un aristócrat­a que se enfrentó a gángsters con métodos más rápidos y salvajes que los suyos”.

“Que nadie crea –concluye– que ese monstruo pertenece a un pasado lejano. La libertad y la igualdad necesitan defensa. En las democracia­s, se están reduciendo ambas, a través de leyes que las restringen”.

Lo cierto es que uno vuelve a su casa, tras leer a Vuillard, y es imposible no observar la marca de algunos electrodom­ésticos con cierta prevención.

“Si el trabajo se ve como un coste, puede reducirse hasta la esclavitud, es lo que hicieron las industrias”

 ?? ULLSTEIN BILD DTL. / GETTY ?? El recaudador Una gala-concierto de recaudació­n de fondos para los nazis, con Adolf Hitler de pie, y en las mesas destacados prohombres de la economía alemana, como Gustav Krupp (a la derecha), junto a jerarcas del partido. Grandes empresas como BMW,...
ULLSTEIN BILD DTL. / GETTY El recaudador Una gala-concierto de recaudació­n de fondos para los nazis, con Adolf Hitler de pie, y en las mesas destacados prohombres de la economía alemana, como Gustav Krupp (a la derecha), junto a jerarcas del partido. Grandes empresas como BMW,...
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ??
LLIBERT TEIXIDÓ

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain