Sociedad armada
La Casa Blanca renuncia a elevar a 21 años la edad mínima para los rifles de asalto
La respuesta legislativa de la Casa Blanca a la última masacre escolar será más limitada de lo prometido por Donald Trump, y la edad legal mínima para adquirir rifles de asalto no pasará de los 18 a los 21 años.
La respuesta de la Casa Blanca a la última masacre escolar en Parkland (Florida) será mucho más tímida de lo avanzado en su día por el propio presidente, Donald Trump. El plan se centra en enseñar a los maestros a usar armas de fuego y mejorar los sistemas de control de antecedentes pero no prevé elevar de 18 a 21 años la edad legal mínima para adquirir rifles de asalto como el AR-15 utilizado en la última matanza, que ha provocado un movimiento social a favor del control de armas como no se había visto después de otras tragedias.
Fue el propio Trump quien, hace unos días, en una reunión televisada con estudiantes, padres y profesores de centros afectados por tiroteos, planteó la idea, con el consiguiente enfado de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en sus siglas inglesas). “Son los estados los que están tomando decisiones” en este terreno, tuiteó ayer el presidente. “Las cosas se están moviendo muy rápidamente pero no hay mucho apoyo político, por decirlo suavemente”, añadió para justificar su giro de 180 grados, en referencia al rechazo que la iniciativa suscitó en las filas de su propio partido, los republicanos, que tienen la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre. “Trump nos dijo que no deberíamos tener miedo a la NRA. Tampoco debería tenerlo él”, protestó el demócrata Ted Deutch.
Rompiendo con su laxo historial legislativo en la materia, el estado de Florida aprobó la semana pasada una ley para elevar a 21 años la edad mínima requerida para comprar armas de asalto. La medida fue inmediatamente denunciada por la NRA, que considera que viola la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense. La iniciativa del gobernador Rick Scott (republicano) ha suscitado críticas a nivel nacional dentro de sus propias filas. “Enviamos a nuestros hijos e hijas a luchar a Afganistán e Irak” a la edad de 18 años para defendernos. Si pueden hacer eso “tienen que ser capaces de comprarse un rifle de caza”, ha dicho el senador por Wisconsin Ron Johnson.
La medida central del plan de Trump consiste en “reforzar las escuelas” para acabar con lo que el presidente denomina zonas libres de pistolas y que, a su juicio, son “un peligro y una invitación” a la violencia porque los potenciales asesinos saben que no se encontrarán oposición. La iniciativa, que tampoco entusiasma a los republicanos, cuenta con la oposición de la Asociación Nacional de Maestros. “Lo que nuestros estudiantes necesitan son más libros y más clases de música y de arte, enfermeros y tutores, no necesitan más pistolas en sus clases”, dice su presidente, Eskelsen García. Muchas escuelas e institutos tienen agentes del sheriff a la entrada, pero en el caso de Parkland contar con profesionales no sirvió para evitar la tragedia. El plan de
Según el presidente, las zonas libres de pistolas, como las escuelas, “son un peligro y una invitación” a la violencia
Trump consiste en crear un sistema de voluntarios en las escuelas en el que podrán participar, además del personal educativo, policías jubilados o veteranos de guerra.
La Administración ha dado su apoyo a dos iniciativas bipartitas actualmente a debate para, por un lado, mejorar la eficacia del sistema nacional de control de antecedentes y, por otro, dar fondos a las escuelas para programas de prevención de la violencia. Sin tomar la iniciativa, ha animado a los estados a adoptar un sistema de alertas para que las autoridades puedan retirar armas a personas que representan un peligro para sí mismas e impedirles adquirir más. La idea de elevar a 21 años la edad legal mínima para ciertas armas será una más de las iniciativas que debatirá una comisión especial que dirigirá la secretaria de Educación, Betsy Devos. Su creación fue anunciada horas después de que Trump, en un mitin, se mofara de la obsesión de Washington con este tipo de comisiones, que consideró inútiles.