La Vanguardia

Ivan Savvidis

PRESIDENTE DEL PAOK SALÓNICA

- Rafael Ramos COWBOY GEORGIANO

El multimillo­nario de origen georgiano bajó al césped, en posesión de una pistola, para discutir una decisión del colegiado Kominis, que había anulado un gol al PAOK en el descuento del partido ante el AEK Atenas.

La liga griega ha sido suspendida. El dueño ruso del PAOK entró en el campo con un revólver tras ser anulado un gol a su club en el minuto 90

Si alguien cree que en el fútbol, espejo de las pasiones humanas, se había visto ya todo, que busque las caóticas escenas del partido del domingo entre el PAOK de Salónica y el AEK de Atenas para descubrir su craso error. El balón ha provocado guerras y facilitado la paz, pero nunca hasta ahora se había visto al dueño de un equipo liderando una invasión de campo al estilo John Wayne, con la cartuchera en la cintura y un revólver (no se sabe si cargado o no) dentro de ella.

Que al árbitro no le diera un infarto es ya de por sí notable, porque Giorgos Kominis fue el objeto de la era de los hinchas del PAOK, al conceder el primero y anular después un gol del defensa central Fernando Valera, de las islas de Cabo Verde. Hasta ahí, todo normal para lo que es el fútbol, incluso para los estándares de corrupción de la liga griega. Lo extraordin­ario se produjo luego, cuando el propietari­o del conjunto local, el multimillo­nario de origen georgiano (como Stalin) Ivan Savvidis, irrumpió dos veces al campo con sus guardaespa­ldas, dando pie a una invasión masiva.

“Estás acabado como árbitro”, le dijo Savvidis al colegiado según el español Manolo Jiménez, entrenador del AEK. Otras versiones difundidas en los medios de comunicaci­ón griegos van más lejos, y apuntan a que la frase fue “eres hombre muerto”. Y todo eso, con una pistola al cinto, aunque no se sabe si tiene licencia para llevar armas de fuego, y las autoridade­s van a investigar el tema.

En vista de las circunstan­cias, como es comprensib­le, el trencilla y sus dos auxiliares se retiraron por la ruta más directa posible a los vestuarios del Toumba Stadium (con capacidad para 29.000 espectador­es) para que no fuera de verdad su tumba. Y lo ocurrido a partir de entonces no está claro, hay quienes aseguran que al final (por sentido de superviven­cia) dio por bueno el gol y por suspendido el partido con 1-0 en el marcador, y hay quienes sostienen que el resultado final fue de 0-0. Aunque en un caso u otro la federación tendrá la última palabra.

De entrada, el Gobierno de Syriza ha suspendido la liga indefinida­mente, con el AEK líder, el Olimpiacos a un punto y el PAOK a cinco, sin contar el resultado del domingo. El fútbol griego lleva mucho tiempo plagado por los escándalos, y los sucesos del Toumba son la gota que ha hecho desbordar el vaso. Tan sólo unas horas antes del decisivo choque, el equipo local había conseguido que se le rescindier­a una sanción de tres puntos por incidentes en un partido en febrero contra el Olympiacos, cuyo entrenador (el exbarcelon­ista Óscar García), antes tan siquiera de que empezara a Ivan Ignatyevic­h Savvidis es un ruso de 59 años, nacido en Georgia y pertenecie­nte a la comunidad griega póntica, originaria del mar Negro pero instalada ahora sobre todo en EE.UU. Amigo de Putin, fue diputado en el Parlamento ruso por su partido, y como tantos otros oligarcas se hizo rico con las privatizac­iones, en su caso la de una empresa estatal de tabaco. Con los bolsillos llenos de dinero, apareció en el mundo del fútbol en el 2002 como presidente del FC Rostov (la ciudad donde estudió), al que todavía ayuda económicam­ente. En el 2012 adquirió el PAOK de Salónica. rodar la pelota, fue golpeado en la cabeza con un rollo de papel higiénico. Que como arma, todo sea dicho, no impone tanto respeto como el revólver de Iván Savvidis, pero aun así hizo que fuera hospitaliz­ado, según el informe de la clínica privada, con un labio hinchado, náuseas, mareos y dolor en el cuello.

El partido fue suspendido y el estadio evacuado. Los locales denunciaro­n una conspiraci­ón del club de Atenas –a cuya hinchada se le había prohibido acudir a Salónica por razones de seguridad– para “desestabil­izar”, y todavía hoy insisten en que el famoso papel higiénico que voló desde las gradas estaba ya desenrolla­do cuando alcanzó a Óscar García, y en el fondo no pudo haberle hecho tanto daño...

En el 2015, el dueño del Olimpiacos, Evangelos Marinakis, y otras figuras destacadas del fútbol griego fueron detenidos y acusados de manipulaci­ón de los resultados y de fraude. Pero nada ha cambiado. Las sospechas de corrupción siguen presentes, el lanzamient­o de bengalas está a la orden del día y centenares de policías antidistur­bios tienen que vigilar no sólo los derbis atenienses entre el Olympiacos, el Panathinai­kos, el AEK, el Panionios y demás equipos de la capital, sino la mayoría de encuentros.

Savvidis, un griego póntico de la región del Cáucaso, se había presentado hasta ahora como el abanderado de la lucha contra la corrupción en el fútbol griego y la hegemonía del Olympiacos (43 títulos, 18 de ellos en las dos últimas décadas). Pagó de un plumazo toda la deuda del PAOK cuando lo compró en el 2012, y aparte se ha gastado más de 80 millones de euros en fichajes, como el del búlgaro Dimitar Berbatov (que ahora juega en India). Se han sucedido los entrenador­es, sin que ninguno haya logrado estabiliza­r la nave. El club ganó la última de sus dos ligas hace ya treinta y dos años, y parece que tendrá que seguir esperando. Hay cosas que no se pueden conseguir ni invadiendo el campo con matones ni a punta de pistola...

El oligarca ruso Ivan Savvidis se ha propuesto acabar con el dominio del Olympiacos en Grecia

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STRINGER / AFP Ivan Savvidis salta al terreno de juego en Salónica, el domingo
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