La Vanguardia

Dos noticias sobre agua

- Quim Monzó

La primera, de Francia. En las calles de París hay fuentes de las que, en vez de salir agua normal, como en las de nuestras ciudades, sale agua con gas. Empezaron a ponerlas hace ocho años. En los mapas aparecen indicadas: fontaine pétillante. Cada vez hay más, supongo que porque los franceses valoran el agua con gas más que nosotros, hasta el punto de que cuando vas a un restaurant­e y pides agua tienes que dejar claro cuál quieres porque, muchas veces, de entrada te la sirven con burbujas. Han instalado fontaines pétillante­s para satisfacer los gustos de los parisinos e intentar así que abandonen el agua embotellad­a, por lo que supone de residuos plásticos y tal. Las fuentes añaden CO2 al agua. Puedes echar un trago o llenar una botella, como hacen muchos amantes de ponerse mallas y salir a correr. Los hay que sin el complement­o de la botellita no llegan ni a la esquina.

La segunda noticia, de Catalunya. En junio del año pasado cerraron la planta embotellad­ora del Aigua de Vilajuïga y casi tuve un ataque de corazón. La esperanza fue, poco después, leer en la prensa que la multinacio­nal Grifols la compró. Ahora finalmente tenemos datos de lo

Y ambas óptimas: en las calles de París, fuentes de agua con gas; aquí, el regreso de Aigua de Vilajuïga

que están haciendo. En julio, en el Festival de Peralada, montarán la presentaci­ón. El director general de Aigües Minerals de Vilajuïga, Joan Fornós, lo explicaba no hace mucho: “Habrá nuevo diseño, porque se inicia claramente un nuevo ciclo, con la sensibilid­ad de Grifols y nuevas maneras de expresarse, pero sin desnatural­izar nada, desde el respeto por la historia de la marca, porque queremos que el agua mineral de Vilajuïga vuelva al escaparate con orgullo”. Por lo que explica, las obras van a todo ritmo. Han sustituido las antiguas instalacio­nes por maquinaria nueva. Además de los cambios en la embotellad­ora, han remodelado el almacén y las oficinas y quieren devolver la fachada a su estado original, tal como era en 1904, cuando se fundó la empresa. Empezarán a distribuir­la entre agosto y septiembre, sobre todo a restaurant­es, hoteles y tiendas de referencia.

Una de las novedades es que sólo embotellar­án agua con la gasificaci­ón natural que ya tiene cuando la sacan de los pozos. Dejarán de distribuir la segunda línea que últimament­e producían los propietari­os anteriores, con un gas añadido que no tenía ningún tipo de sentido. La de Vilajuïga es un agua con un sabor peculiar. Hay personas a las que no les gusta nada. Le encuentran sabor medicinal (ya querrían que todos los sabores medicinale­s fueran como este), pero a otros nos entusiasma. Creo que empecé a beberla a finales de los setenta o principios de los ochenta, en el Motel Empordà de Figueres. No es un agua con gas potente –como, por ejemplo, Vichy Catalán– sino sutil. Ahora que volverán a embotellar­la y a distribuir­la sólo pido que en Barcelona no suceda como antes, que sólo la encontraba­s en cuatro “tiendas selectas” que estaban en el quinto pino. No pido que instalen fontaines pétillante­s como en París, pero como mínimo que puedas encontrarl­a en los súpers. Me parece que no es pedir mucho, aunque seamos de Can Fanga.

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