Esperando a los bárbaros
El poeta griego Kavafis inicia con estos versos su poema más conocido Esperando a los bárbaros: “¿A qué esperamos congregados en la plaza ? / Es que hoy llegan los bárbaros”. Los dos primeros versos abren el sendero de un poema en el que el lector podrá apreciar hasta qué punto existen comunidades, colectivos o corrientes políticas que han nacido para invocar la llegada de los Bárbaros, el temido enemigo, para poner en marcha su proyecto político o social. Lo vemos constantemente en la retórica de Putin, Trump, Berlusconi o Salvini. Todos ellos azuzan a los ciudadanos a dejar sus tareas, se aprovechan de la democracia para subvertir sus valores, con la amenaza de que vienen los bárbaros; bárbaros en forma de inmigrantes, contrincantes políticos, intelectuales, ciudadanos que se movilizan a favor de la máxima de que para tener una causa hay que buscar un enemigo. Utilizan el miedo a la inminente entrada de los bárbaros para obligar a los que disienten a dejar de disentir “porque hoy llegan los bárbaros, / y la elocuencia y arengas les aburren”. La crítica a la política de este poema no debe centrarse en evocar sólo a sus principales artífices internacionales, sino que debemos preguntarnos si no ha empezado a crecer esta misma doctrina política en Catalunya y España.
Da la impresión de que, tras haber construido durante más de cuarenta años un ágora política donde disentir y construir un futuro común, ahora resulta más útil destruirla y señalar al otro como bárbaro y no como al vecino con el que hemos crecido. La situación en la que nos encontramos sin gobierno, a merced de los procesos judiciales, con una escalada de descalificaciones entre unos y otros que aumenta sin cesar debería ser suficiente para tomar seriamente la constatación de que en los últimos años se ha preparado a la sociedad para que tema a los otros y los vea como bárbaros que quieren cambiar sus costumbres y acabar con sus anhelos. Dentro de pocos meses, tal vez deberán pasar unos años, se llegará a la conclusión de que nunca existieron realmente los bárbaros y que lo que realmente ocurrió es que, para algunos, era imprescindible crear la ilusión de su existencia para apuntalar su cerrada visión política.
La última estrofa arroja aún más luz sobre la sociedad que están construyendo para someter a los ciudadanos: “Y ahora ya sin bárbaros ¿Qué será de nosotros? / Esos hombres eran una cierta solución”.