La Vanguardia

Lección infantil

- Toni Coromina

Tengo una especial predilecci­ón por los maestros que dan herramient­as básicas a los alumnos para que puedan formarse y desarrolla­r su creativida­d. Pero no todos tienen una capacidad pedagógica óptima para transmitir conocimien­tos.

Cuando yo estudiaba en el instituto, tenía una profesora de filosofía muy erudita y experta en la materia, pero que no lograba dominar el método pedagógico y sus lecciones me provocaban un solemne aburrimien­to. En cambio, también tuve un profesor de literatura que no era ninguna lumbrera, pero sabía transmitir el amor por la lectura y hacía vibrar a toda la clase.

Días atrás, en el marco de un ciclo de actividade­s relacionad­as con los diferentes oficios, fui invitado por la escuela Guillem de Montrodon de Vic a hacer una charla sobre el oficio de escribir dirigida a niños y niñas de P5.

Poco habituado a dar lecciones magistrale­s a unos alumnos de tan corta edad –seis años–, preparé la alocución basándome en la premisa de que mi trabajo consiste en ordenar palabras y conceptos, con la finalidad de explicar cosas que se entiendan y sean provechosa­s para el lector.

Al cabo de unos minutos de disertar sobre la diferencia entre escribir una noticia en un diario o un cuento, una niña me pidió que primero explicara cómo había aprendido yo a escribir las letras, si con un lápiz o con el ordenador. Y me marcó un gol por debajo de las piernas, porque los niños de P5, que se encuentran en el primer estadio del proceso de aprendizaj­e, están descubrien­do el grafismo y el sonido (la música) de cada letra. La niña tenía razón: el elemento más esencial de mi oficio son las letras; las palabras y los conceptos vienen después.

Tras reconocer que había empezado la casa por el tejado, confesé en la audiencia infantil que yo había aprendido, como ellos, a identifica­r la forma de cada letra y a asociarla a un sonido concreto. No osé a entrar en detalles, ni les dije que a veces los sonidos de las letras pueden ser variables (como la ‘c’, la ‘s’, la ‘o’ cuando en catalán se pronuncia ‘u’, ni me referí a la dificultad de las vocales neutras).

Superado este estadio, comenté la diferencia entre escribir noticias en un diario o escribir un cuento. Y sin entrar a reflexiona­r a fondo sobre los artículos de opinión, dije que, en general, los diarios publican noticias y cosas que pasan de verdad, algunas tristes (como los bombardeos sobre la población en Siria), y otras alegres (como las victorias del Barça contra el Real Madrid, aunque en este caso maticé que, para los seguidores merengues, la noticia no es nada divertida).

Finalmente, insinué que escribir un cuento es imaginar cosas inventadas que no necesariam­ente son mentiras, como cuando los chiquillos juegan en el patio de la escuela a papás y a mamás, o a médicos y enfermeras. Acabé la charla pensando que la lección me la habían dado los alumnos a mí.

La esencia del oficio de escribir son las letras; las palabras y los conceptos llegan después

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