La Vanguardia

Pagar las pensiones

- Enric Llarch Economista

Por quinto año consecutiv­o, los pensionist­as se han encontrado con un aumento ridículo de la pensión. Aunque el conjunto de la inflación se mantiene moderada, algunos servicios básicos, como la luz, el gas y el agua se han disparado durante los últimos años y la pérdida real de poder adquisitiv­o es cada vez más grave. El Gobierno español se ha limitado a vaciar la hucha de las pensiones y a empezar a pagar las pagas extras a base de endeudar a la Seguridad Social.

La única solución estructura­l a la crisis del modelo de reparto de las pensiones es la generación de más empleo, con más valor añadido y mejor pagado, que permita aportar cotizacion­es más elevadas al sistema. Desde Madrid tampoco hacen casi nada en este sentido, pero ya sabemos que esta sólo es una solución a largo plazo. En medio, tenemos que modificar un apriorismo insostenib­le, aquel que establece que las cuentas de las pensiones son un mundo aparte, desvincula­do del resto del Estado de bienestar y del sistema fiscal. Veamos en este sentido tres propuestas inmediatas y otra con efectos a medio plazo, pero igualmente urgente.

Primera, la recaudació­n de la Seguridad Social no tiene por qué actuar como instrument­o de política económica. Si se quiere incentivar la creación de empleo, asalariado o autónomo, lo dejamos de hacer vía bonificaci­ones de las cuotas sociales y utilizamos otros mecanismos fiscales que no vayan en detrimento de la recaudació­n.

Segunda, si hace unos años las prestacion­es no contributi­vas se dejaron de financiar vía Seguridad Social y fueron a cargo de los presupuest­os, quizás deberíamos incluir en este concepto las pensiones de viudedad, que en sentido estricto tampoco derivan de la contribuci­ón directa del beneficiar­io.

Tercera, no parece muy lógico que una

Tres propuestas inmediatas y una a medio plazo para mejorar el pago del sistema de pensiones

prestación social del Estado como la pensión tenga que soportar una fiscalidad equivalent­e a la de los ingresos del trabajo. Antes no era así y tenemos que nos plantearno­s ir rebajando el IRPF progresiva­mente en las pensiones más elevadas. Eso permitiría congelarla­s nominalmen­te unos años, de modo que no perdieran poder adquisitiv­o y no incrementa­ran el gasto global en pensiones. Evidenteme­nte, eso sólo beneficiar­ía las pensiones más elevadas. En las más bajas sí habría que aumentar el importe nominal –quizás a partir de un índice de precios específico, que tomara en cuenta la especifici­dad de su cesta de la compra– para que no siguieran perdiendo poder adquisitiv­o.

Para financiar todo eso, antes que aumentar el IVA, la vía más evidente es la disminució­n del fraude y de la elisión fiscal. Con más de 75.000 millones de euros de fraude estimado por Gestha y unos tipos efectivos de sociedades que, pese a la recuperaci­ón, en el 2017 sólo generaron 25.000 millones de euros por un sistema de exenciones que beneficia básicament­e a las grandes empresas, no tendría que ser difícil encontrar los 19.000 millones de euros que el año pasado nos faltaron.

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