El arquitecto Richard Meier, acusado de acoso sexual
El Pritzker pide disculpas tras las acusaciones recogidas por ‘The New York Times’
Richard Meier, de 83 años, leyenda viva de la arquitectura, también cae del pedestal por el efecto de huracán Harvey Weinstein.
Cinco mujeres, con nombres y apellidos, se han atrevido a hablar con The New York Times. En el artículo, avanzado ayer en su web, relatan las terribles experiencias que supuestamente afrontaron en su relación laboral con el hombre que en 1984 se convirtió en el más joven ganador del premio Pritzker, máximo galardón en su especialidad.
“En la búsqueda de claridad y en sus experimentos en el equilibrio de la luz, las formas y el espacio, ha creado trabajos que son personales, vigorosos y originales”, dijo el jurado. El Macba, el museo barcelonés construido entre 1991 y 1995, es una de sus joyas.
Cuatro de las víctimas trabajaban para Meier, y la quinta se cruzó en su camino cuando Meier desarrollaba el museo Getty Center de Los Ángeles, una presunta agresión que se remonta a los ochenta. A tres las había atraído a su apartamento, a una cuarta la manoseó en una fiesta en la oficina y, en el caso más antiguo, la mujer hubo de huir de la residencia en la que se hallaba el arquitecto a la vista de su irrefrenable actitud depredadora.
Cuando el Times le confrontó, Meier informó de que se toma un periodo de seis meses de permiso en la firma de la que es fundador y socio director. También emitió un comunicado. “Estoy terriblemente preocupado y avergonzado por las confesiones de varias mujeres a las que ofendí con mis palabras y acciones. Aunque nuestros recuerdos difieren, sinceramente pido disculpas a todas las que se hayan sentido ofendidos por mi comportamiento”.
En ese texto anuncia que la compañía queda en manos de sus asociados, a los que elogia. La sociedad de Richard Meier está considerada una de las firmas líderes en la arquitectura mundial. Ahora están desarrollando relevantes proyectos como el High Museum of Art en Atlanta (Estados Unidos) y la iglesia del Jubileo en Roma.
Los flirteos de Meier eran conocidos en su sector, como los de otros gigantes que se han desmoronado desde octubre. Las víctimas de Weinstein dieron el paso adelante para denunciar al magnate cinematográfico, y surgieron los movimientos #MeToo y Time’s Up.
El arquitecto suscribió causas feministas a favor de una compañera discriminada en la concesión del Pritzker. Incluso recientemente estableció una beca en la Universidad Cornell, donde estudió, para “reclutar y retener a las mujeres con más talento que la solicitaran”. De las revelaciones conocidas ayer emerge un personaje mucho más oscuro.
“Siempre intentaba cazar a mujeres y nada le paraba”, según Lisetta Koe, exdirectora de comunicación de la empresa.
En su primera semana laboral, en el 2009, Laura Elbogen recibió la invitación del arquitecto para celebrar en su apartamento su nuevo trabajo. Le ofreció vino, le mostró fotos que él había tomado de mujeres desnudas y le pidió que se desvistiera. Ella se negó y se marchó. No dijo nada. Temía por lo que les pasaría a sus compañeros si desprestigiaba al jefe.
Alexis Zamlich, asistente de comunicación ese mismo año, debía ir a su apartamento para desarrollar una tarea, hasta que un día él se bajó los pantalones y se exhibió. Zamlich pactó un acuerdo por el que recibió 150.000 dólares que le impide hablar.
Sin embargo, Scott Johnson, jefe de operaciones de la oficina del 2003 al 2010, confirmó ese acuerdo y que Elbogen se quejó de la conducta de Meier.
Stella Lee, que empezó a trabajar en el 2000, se quedó petrificada al ver que él la recibía en albornoz y que se lo abría. Judi Shade Monk sintió el abrazo del pulpo durante una fiesta. Y Carol VenaMondt es la que escapó tras un forcejeo. “Vuelve”, dice que le ordenaba desde la ventana.