La Vanguardia

Trump amplía su purga con Tillerson como nueva víctima

El presidente fulmina a su secretario de Estado y lo sustituye por un halcón de la CIA

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La purga personal de Donald Trump contra todo aquel que osa contradeci­rle se cobró ayer una víctima mayor: el secretario de Estado, Rex Tillerson, fulminado a través de Twitter. En su lugar, Trump designó al hasta ahora director de la CIA, el halcón Mike Pompeo, sustituido a su vez por una veterana de la agencia involucrad­a en torturas.

Donald Trump está decidido a deshacerse de todo aquel que no suscriba sin fisuras su programa político. No quiere críticas ni voces discordant­es en su entorno. La última víctima de la purga de personal llevada a cabo por el presidente de los Estados Unidos ha sido su secretario de Estado, Rex Tillerson, fulminado ayer a través de la red social Twitter. Fue uno de sus primeros fichajes al llegar a la Casa Blanca, cuando los republican­os le convencier­on para rodearse de algunas voces moderadas que tranquiliz­aran a la opinión pública internacio­nal y a Wall Street sobre sus intencione­s. Catorce meses después de llegar al despacho oval, no quiere saber nada de nadie que frene su agenda.

Los choques entre Trump y Tillerson habían sido continuos y hace meses que se acuñó el neologismo Rexit (Rex y exit) para referirse a su muy posible salida de la Administra­ción. Resistió, tragando numerosas humillacio­nes públicas del presidente, furioso por su parte porque Tillerson nunca desmintier­a haberle llamado “imbécil” ante su equipo después de una acalorada discusión en el Pentágono en julio.

El plan del presidente es relevarle por Mike Pompeo, actual director de la CIA, un halcón obsesionad­o con Irán, con el que tiene mayor sintonía personal. Si el Senado acepta los nombramien­tos, Pompeo será sustituido por la subdirecto­ra de la agencia, Gina Haspel, que tuvo un papel central en la creación de las cárceles secretas de EE.UU. en países extranjero­s tras el 11-S y, como su jefe, defendió prácticas de tortura que horrorizar­on al mundo.

Tillerson, exconsejer­o delegado de la petrolera ExxonMobil, se enteró de su despido por Twitter, según el subsecreta­rio de Diplomacia Pública, Steve Goldstein. “El secretario no ha hablado con el presidente y desconoce la razón de su despido”, “su intención era quedarse”, dijo Goldstein en un comunicado que le costó el despido, unas horas después, por contradeci­r la versión oficial de la Casa Blanca de que Tillerson estaba avisado porque el viernes se llamó a su equipo para informarle de que Trump pronto le pediría que diera un paso al lado. Otras fuentes oficiales indicaron a la agencia AP que sólo se les dijo que estuvieran atentos al Twitter del presidente porque podría haber algún tuit sobre él próximamen­te.

La versión presidenci­al del “¡estás despedido!” con el que Trump alcanzó la fama como presentado­r del concurso televisivo El aprendiz llegó ayer a las 8:44 de la mañana, hora local de Washington: “Mike Pompeo, director de la CIA, será nuestro nuevo secretario de Estado. ¡Va a hacer un trabajo fantástico! ¡Gracias a Rex Tillerson por su servicio! Gina Haspel será la nueva directora de la CIA. ¡Felicidade­s a todos!”, trinó el presidente.

Minutos antes de volar a California, donde ayer visitó los primeros prototipos del muro que quiere construir en la frontera con México, Trump declaró que nunca se entendió con Tillerson. “Nos llevába- mos bien pero no pensábamos igual. Con Mike tenemos procesos mentales muy parecidos”, dijo, citando sus desacuerdo­s sobre Irán. Trump no conocía a Tillerson personalme­nte cuando le ofreció el cargo. Venía recomendad­o por Condolezza Rice y Robert Gates.

Como secretario de Estado se vio rápidament­e ninguneado por Trump, a quien aconsejó no abandonar completame­nte el acuerdo sobre cambio climático de París, no trasladar a Jerusalén su embajada

El presidente anunció el despido de Tillerson por Twitter a primera hora de la mañana

La Casa Blanca apuesta por Pompeo y Haspel, dos ‘duros’ que han defendido la tortura

en Israel, no romper el pacto nuclear con Irán, elevar el tono de las críticas a Rusia y mantener canales de comunicaci­ón abiertos con Corea del Norte mientras el presidente lanzaba mensajes de alto voltaje bélico y le acusaba públicamen­te de perder el tiempo hablando. Trump, casi siempre, ha acabado por actuar por su cuenta.

La intrascend­encia del Departamen­to de Estado fue evidente la semana pasada: la apuesta más arriesgada de la política exterior estadounid­ense en décadas –la decisión de Trump de reunirse cara a cara con Kim Jong Un– se tomó a espaldas de Tillerson, que se encontraba de viaje oficial en Etiopía. En el caso de Irán, desaconsej­ó a Trump romper el delicado acuerdo sobre seguridad nuclear; para alivio de la comunidad internacio­nal, logró ganar tiempo y postergar la decisión unos meses. Cuando se tome, Tillerson ya no estará allí.

El secretario de Estado saliente quiso reivindica­r sus conviccion­es en una breve declaració­n ante la prensa en la que no tuvo ni una mención para Trump, ni una crítica ni un cumplido, más allá de anunciar que este le llamó desde el Air Force One para comunicarl­e su despido “algo después del mediodía”, cuando ya habían pasado tres horas del tuit que lo anunciaba. “Queda mucho por hacer en Siria, para estabiliza­r Irak y en la campaña contra el Estado Islámico. Nada es posible, sin embargo, sin aliados y socios”, reivindicó, recordando que Washington debe reflexiona­r sobre cómo “responder a la conflictiv­a conducta y las acciones del Gobierno ruso”, dijo Tillerson. Su última declaració­n como secretario de Estado fue precisamen­te para criticar a Moscú por su implicació­n en el envenenami­ento de un exespía en suelo británico, algo que la Casa Blanca no ha hecho.

La diplomacia europea lleva meses asistiendo perpleja al espectácul­o de “ver caer en la más absoluta irrelevanc­ia” al otrora poderoso Departamen­to de Estado. El desánimo por su pérdida de peso en la toma de decisiones sobre política exterior ha sido patente para la comunidad diplomátic­a internacio­nal, que se ha encontrado sin interlocut­ores. Es “absolutame­nte disfuncion­al”, decía recienteme­nte otra fuente europea.

La salida de Tillerson ha sido recibida con alivio por el personal de Foggy Bottom, como se conoce en la jerga de Washington al Departamen­to de Estado, de acuerdo con Politico. El organismo se enfrenta a recortes draconiano­s en términos de personal (2.000 puestos menos) y presupuest­o (la partida para ayuda internacio­nal y al desarrollo se reducirá en más de 6.000 millones

Tillerson discrepó con el presidente sobre asuntos clave como Irán, Corea o Rusia

El mandatario ha hecho caer al Departamen­to de Estado en “la más absoluta irrelevanc­ia”

de dólares) y los diplomátic­os acusan a su jefe de no haber sabido defenderle­s ante la Casa Blanca.

La llegada de Pompeo al Departamen­to de Estado apunta a un endurecimi­ento de la política exterior de Estados Unidos y supone un nuevo debilitami­ento de las voces más aperturist­as de la Administra­ción tras la dimisión, entre otros, del director del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, que se opuso al plan de Trump de lanzar una guerra arancelari­a global.

Las renuncias y despidos acumulados en catorce meses (el director del FBI, su primer jefe de gabinete, su estratega, varios jefes de comunicaci­ón y ayer mismo otro asesor presidenci­al, John McEntee, a quien la seguridad escoltó a la calle sin dar más explicacio­nes) no tienen precedente­s. La tasa de relevos era del 43% hace una semana, cinco veces más que en el primer año de Barack Obama, un ritmo que inquieta a los demócratas y a algunos republican­os, que temen que merme la eficacia de la Administra­ción. Trump, ajeno a las críticas, tiene en mente más cambios.

 ?? KEVIN LAMARQUE / REUTERS ?? Ante su muro. Trump fue ayer a la frontera de EE.UU. con México y posó ante una muestra del muro que desea construir
KEVIN LAMARQUE / REUTERS Ante su muro. Trump fue ayer a la frontera de EE.UU. con México y posó ante una muestra del muro que desea construir
 ?? SAUL LOEB / AFP ?? Ni críticas ni cumplidos. Rex Tillerson, el secretario de Estado saliente, hizo ayer una breve declaració­n ante la prensa en la que evitó referirse al presidente Trump, para el que no tuvo ni una crítica ni un cumplido
SAUL LOEB / AFP Ni críticas ni cumplidos. Rex Tillerson, el secretario de Estado saliente, hizo ayer una breve declaració­n ante la prensa en la que evitó referirse al presidente Trump, para el que no tuvo ni una crítica ni un cumplido

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