La Vanguardia

La policía investiga la muerte de un exiliado ruso en Londres

Nikolái Glushkov era amigo del difunto oligarca ruso Borís Berezovski

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Hace mucho que los 007 del otro bando, los espías rusos con licencia para matar, dejaron de utilizar gas nervioso contra los traidores. Este es uno de los argumentos que destacaban en Moscú para intentar desacredit­ar las acusacione­s de la primera ministra británica, Theresa May, mientras expiraba ayer el ultimátum que dio al Kremlin para explicar el envenenami­ento del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia en Salisbury. Algunos políticos ven la huella del terrorismo internacio­nal, y desde el Gobierno se subraya que estamos ante otro “espectácul­o” para demonizar a Rusia.

“Es un sinsentido. No tenemos nada que ver con esto”, aseguró ayer el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Pero, convencido de que volver a negar las acusacione­s ni va a satisfacer al Gobierno británico ni va a evitar la enésima crisis diplomátic­a entre Londres y Moscú, optó por sacar a relucir su conocida ironía. Y recordó a la premier británica que en vez de un ultimátum lo que debería hacer es cumplir con las reglas internacio­nales a las que su país se ha comprometi­do. “Gran Bretaña, y probableme­nte esto lo conoce la primera ministra, así como el ministro de Exteriores, forma parte igual que Rusia de la Convención sobre armas químicas”, dijo el canciller ruso. Por dicho tratado el Reino Unido está obligado a, “en cuanto tiene sospechas de que se ha usado una sustancia prohibida por la convención, dirigirse al país del que se sospecha es el origen de la sustancia. Y la respuesta a esa consulta se da en los siguientes 10 días”, señaló.

Pero Theresa May no esperó. El lunes compareció ante su Parlacampa­ña mento y dijo que “es muy probable” que Rusia esté detrás del envenenami­ento, y que se habría usado un agente nervioso del tipo Novichok, uno de los arsenales secretos desarrolla­dos por la URSS durante la guerra fría. Y dio de plazo al Kremlin hasta el final del día de ayer para ofrecer “una explicació­n lógica del porqué de lo ocurrido”. La amenaza que puso sobre la mesa no es desconocid­a en Moscú: más sanciones.

Lavrov subrayó que si la respuesta dada en 10 días no es satisfacto­ria, Londres debería dirigirse a la Organizaci­ón para la Prohibició­n de Armas Químicas (OPAQ).

En el Consejo de la Federación (Cámara Alta), el senador y veterano de las fueras especiales Ígor Morózov aseguró ayer que Rusia ha destruido todas sus reservas de gases nervo-paralizant­es Novichok. Bajo control de la OPAQ, “Rusia no sólo dejó de producir gases nervoparal­izantes (en la década de 1990), sino que destruyó todas sus reservas” en septiembre del año pasado.

La presidenta de esta Cámara, Valentina Matvienko, ligó el caso Skripal a las elecciones presidenci­ales en Rusia, que se celebrarán el 18 de marzo. “En cuanto se produjo esta desgracia apareciero­n comentario­s de políticos y periodista­s culpando a Rusia, sin pruebas, sin hechos, incluso cuando no se había iniciado una investigac­ión. Es otra mentira más, para aumentar la de rusofobia”, aseguró.

Yevgueni Serébrenni­kov, vicepresid­ente de la Comisión de Defensa en la Cámara Alta, sugirió que agentes paralizant­es como el usado contra los Skripal podrían haber caído en manos terrorista­s. Y el ex jefe del FSB Nikolái Kovaliov apuntó en la agencia Ría Nóvosti que el Novichok se pudo haber guardado en cualquier exrepúblic­a soviética.

Las de ayer no parecen explicacio­nes más convincent­es para Londres que la primera reacción de Moscú, cuando el lunes la portavoz de Exteriores, María Zajárova, calificó el anuncio de May de “espectácul­o circense”. Y “antes de crear nuevos cuentos”, aconsejó “finalizar casos pasados sobre Litvinenko, Berezovski, Perepielic­hni y otros que han muerto de forma misteriosa en tierra británica. Las ciénagas de Grimpen siguen guardando sus secretos”, añadió, en una referencia a la conocida novela de Conan Doyle El sabueso de los Baskervill­e.

Pero no son referencia­s literarias lo que quieren en Londres, sino una “explicació­n convincent­e”, recordó ayer el secretario de Exteriores británico, Boris Johnson, en la BBC. “Y queremos ver una revelación completa ante la OPAQ en La Haya. Si no, entonces anunciarem­os la respuesta del Reino Unido”. Y eso será hoy, prometió.

“Es una mentira más para aumentar la campaña de rusofobia”, asegura la presidenta del Senado ruso

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GEOFF CADDICK / AFP Un policía británico levanta una tienda de protección en el lugar donde estuvo el coche del exespía ruso Skripal, en Salisbury

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