La Vanguardia

El espejo

- Pilar Rahola

Como nos mostró Valle-Inclán en su demoledora mirada, todo héroe, reflejado en un espejo cóncavo, se convierte en un esperpento. Aunque los hay que no necesitan ninguna concavidad para mostrar su naturaleza deleznable, pero la mayoría acostumbra a adornar su desnudez moral, con espléndido­s atuendos.

Sí, este artículo va de miseria moral, de mercaderes del dolor, de carroñeros que usan la muerte para conseguir la gloria, sea en forma de audiencia televisiva, de éxito populacher­o o de mezquino rédito político. Es el segundo artículo indignado, continuaci­ón de mi “Buitres” de ayer, que, desgraciad­amente, no equivocó el diagnóstic­o. El espectácul­o televisivo alrededor del niño asesinado se superó a sí mismo, las pantallas escupieron horas de verborrea seudoexper­ta, se jugó con la lágrima, se desmenuzar­on los detalles, se arrastraro­n las hipótesis y bailaron enloquecid­as las suposicion­es. Todo valía para que nos vendieran solidarida­d en la tragedia, cuando en realidad estaban haciendo negocio con la muerte.

Un negocio mezquino, inmoral..., exitoso. Porque, si los programas usaban el dolor de un niño asesinado para medrar en la guerra de las audiencias,

El cuerpecito allí, el dolor y Hernando usando el estómago de la masa para hacer política rastrera

estas sonreían ante la miseria y aceptaban el reto. Quizás deberemos ponernos el espejo de la vergüenza delante nuestro, porque los datos son inequívoco­s: Ana Rosa consiguió un brutal 26,9 de share, y la Griso un 26,2, mientras el Sálvame de la tarde, dedicado íntegramen­te al pequeño Gabriel, disparaba los audímetros. Es decir, los ciudadanos pegaron la nariz a la pantalla y avalaron, con su morbosidad, el arrastre televisivo. Y que nadie salve a los catalanes del jolgorio, porque los datos en Catalunya iban a la par: mientras TV3 consiguió un 15,8 haciendo periodismo de otros temas, Telecinco y Antena 3 sumaban, entre las dos, un indecente 37,5%. Y no era por crisis de “la nostra”, porque la semana anterior, sin un niño asesinado de por medio, TV3 ganaba de calle. La conclusión, por tanto, es inequívoca, también en Catalunya: perpetran la miseria televisiva de mercadear con el dolor, porque deglutimos con fruición dicha miseria. Esperpento­s, bajo la capa de héroes...

Y luego la miseria sube un grado, y llega el tal Hernando del PP y aprovecha la capilla ardiente del niño para anunciar un encuentro con los padres de Diana Quer, de Marta del Castillo, de Sandra Palo, del pequeño Jeremy..., y los usa a todos, allí, ante el cuerpecito de Gabriel, para presionar a los partidos que quieren derogar la prisión permanente. Todo vale para ganar su pulso frenético de tipos duros y represión al canto, a los otros tipos duros de Ciudadanos, que ya les soplan el cogote. El cuerpecito allí, el dolor, los padres, y el tal Hernando usando el estómago de la masa para hacer política rastrera. Es inmoral, es indecente, es... exitoso. La pregunta no es por qué lo hacen ellos. La pregunta es: qué nos pasa a nosotros.

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