Alberto de Mónaco cumple 60 años y habla de su amor con Charlène
El príncipe, que fue soltero de oro, asegura que se siente como si tuviera “entre 15 y 45 años”
Alberto de Mónaco, el príncipe que lleva las riendas del paraíso de la jet
set junto al Mediterráneo desde hace doce años, entra en los 60 sintiéndose “mentalmente como si tuviera entre 15 y 45 años”, según ha declarado al diario francés Le Figaro. El soberano se ve joven, pero ha comentado que se imagina abdicando cuando le fallen las fuerzas.
Como hijo de la estrella de Hollywood Grace Kelly, Alberto siempre ha sido el centro de atención mediática. Se graduó en Políticas en EE.UU. y fue uno de los solteros de oro de la realeza aun después de rebasar los 50. Mientras otros herederos formaban sus familias, el monegasco seguía ligado a su soltería y al deporte –compitió en bobsleigh en todos los Juegos de invierno entre 1988 y el 2002 y es cinturón negro de judo–. Tuvo relaciones con célebres bellezas –Brooke Shields, Claudia Schiffer, Tasha de Vasconcelos...–, y aun así su vocacional soltería dio pie a numerosos rumores.
Cuando el segundo hijo de Rainiero y Gracia ascendió al trono en el 2005 se hizo urgente un matrimonio que le diera descendientes legítimos, pero él se lo tomó con calma.
Para entonces ya tenía dos hijos reconocidos (que heredarán su dinero, pero no su trono), Jazmin
Grace (1992), fruto de sus relaciones con la estadounidense Tamara Rotolo, y Alexandre
Éric Stéphane (2003), con la togolesa Nicole Coste.
En el 2011, Alberto II se casó con la nadadora sudafricana Charlène Wittstock. Se rumoreó que fue una boda por interés, para concebir un heredero que diera continuidad a los Grimaldi, y el país respiró aliviado el 10 de diciembre del 2014, cuando nacieron el heredero, Jaime de Mónaco, marqués de Baux, y Gabriela, condesa de Carladès.
Aunque las sombras se ciernen sobre su relación desde antes incluso del enlace, Alberto declaró hace unos días al Corriere della Sera: “Es cierto que en el séptimo año de matrimonio se dice que, para evitar tensiones en la pareja, sería apropiado tomarse un tiempo, pero con Charlène vivo una historia de amor que no necesita parar y respirar”. Y aprovechó también para alabar su “empatía extraordinaria, contacta emocionalmente de inmediato” y destacar su “excelente” trabajo como princesa, aunque reconoce que la exnadadora necesitó “preparación” para adaptarse a su papel.
“En nuestro séptimo año, con Charlène vivo una historia de amor que no necesita parar y respirar”