La Vanguardia

A ver quién puede con ellas

- Sergio Heredia

Las educan para romper los tópicos. ¿Qué es eso que dicen los listos? ¿Que el fútbol no está hecho para ellas? Formaron un equipo de alevinas e inscribier­on a aquellas niñas en una liga de niños. Todas y todos tienen once años. Este es el Valencia Féminas CF. El primer día ellas saltaron ahí fuera y empezaron a tocar el balón. Jugonas. Se movían y se zafaban y se desmarcaba­n y disparaban a puerta, y lo hacían muy bien. En aquel primer día ganaron 11-0. Se corrió la voz y empezaron a aparecer los curiosos. Querían observar aquel fenómeno. ¿Era cierto? ¿Un equipo de niñas arrollando a los niños?

Los espectador­es, desconfiad­os al principio, dejaron de subestimar­las.

–Ya verás –se decían entre sí los padres de los chavales, susurrando en la grada, antes de que el árbitro diera el pitido inicial–. Ya verás.

El equipo era un ciclón.

Han pasado las jornadas y las niñas del Valencia CF se han convertido en un referente. Nunca perdían entonces. Siguen sin perder ahora. Se colocaron líderes desde

Este equipo ya es leyenda: el Alevín A del Valencia, formado por chicas, lidera la clasificac­ión de una liga de chicos

aquel 11-0 y en los días sucesivos han abierto un abismo ante el resto de clubs. Son el único equipo femenino en una liga masculina. Mejor no reírse de ellas. Ahora son leyenda.

Los expertos se justifican. Sergio Fernández, coordinado­r del fútbol femenino del club, abunda en un aspecto: “A estas edades no hay diferencia entre el físico de un niño y el de una niña. Más adelante sí, pero ahora no. Ellas y ellos pueden jugar juntos”.

Los niños han ido sacando sus conclusion­es de aquello. Entienden que toca entrar con todo, ir a muerte:

–O eso, o ellas se nos comen.

Cada uno de esos partidos ha derivado en un clásico, un encuentro cargado de interés, en realidad una experienci­a de consecuenc­ias previsible­s: siempre ganan ellas.

En teoría esto no durará siempre. Se supone que el tiempo reconfigur­ará esta leyenda.

Con la edad, ellos ganarán músculo y se impondrán por lo físico. Sin embargo, tendrán que vivir siempre con el miedo en el cuerpo. Estarán marcados, obligados a respetar a las niñas, a verlas como futbolista­s.

Cómo cunden las primeras experienci­as de nuestra vida.

PD. Una vez jugué al baloncesto con una amiga que había sido profesiona­l de ese deporte. Se trataba de una pachanga entre amigos, un tres contra tres. Todos éramos chicos menos ella. Me dije que no iba a entrarle duro a aquella chica. “Claro, es que es una chica”, pensaba para mis adentros. Al rato, ella y yo saltamos a por un rebote. Me crucé en su camino y me abrió el labio de un codazo. Aquella pachanga se convirtió en el partido más bestia de mi vida. Nunca he defendido tan duro ni me han defendido tan duro en una cancha de baloncesto. Anda que no aprendí.

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