La Vanguardia

“Me estoy agradecida a mí misma porque sé pasar página”

- JODY SHAPIRO IMA SANCHÍS

Tengo 66 años. Nací en Roma y vivo, sola, en mi granja ecológica en Long Island, a unos 90 kilómetros de Nueva York. Tengo dos hijos: Electra y Roberto, adoptado, y una nieta. Voto en función de los derechos civiles, los del medio ambiente y los de la mujer. No tengo creencias espiritual­es

Asistimos a una gran revolución femenina. ¿Ya era hora? Sí. Pero ya cuando era joven luché por la legalizaci­ón del divorcio y los anticoncep­tivos y adopté a un hijo como madre soltera, cosa que también estaba prohibida. …

Ahora se alza esta nueva voz contra el abuso que en América tiene su lado oscuro: a amigos míos, como el periodista Charlie Rose, les han arruinado la vida. Han perdido su empleo y no pueden salir de casa antes de que se haya producido un juicio justo.

A usted la violaron a los 16 años.

Sí, un chico con el que salía. Yo no quería hacer el amor con él, y me forzó. Creo que ese tipo de experienci­a es muy frecuente y es difícil de explicar porque tiene zonas grises.

¿Ha tenido consecuenc­ias en su vida?

Por supuesto, cualquier mujer que pase por eso se siente violentada, tiene miedo y se mantiene en alerta; y es algo muy extendido.

Usted ha sido una mujer muy libre.

Creo que sí, he trabajado y he tenido independen­cia económica, que es muy importante, y vivo sola, lo que significa que no tengo que negociar con nadie.

Fue excomulgad­a con Roberto Benigni.

Hicimos una película cómica sobre el catolicism­o, tuvo mucho éxito, pero fue considera sacrílega. Me pareció que de repente habíamos vuelto a la edad media.

También escandaliz­ó su participac­ión en el libro de Madonna erótica.

Aparezco en una foto en la que estamos abrazadas. Madonna pretendía ser polémica, pero comparado con lo que yo he visto sobre dominio o violación, el libro me pareció positivo, y el sexo no siempre es positivo.

¿A qué se refiere?

Hay cosas muy difíciles en el sexo, hay placer, pero también complicaci­ón, y ese libro era como una fantasía. El cuerpo de Madonna es el de una atleta, y una atleta desnuda no es lo mismo que un hombre o una mujer de negocios desnudos.

Entiendo.

En el cuerpo de Madonna no había vulnerabil­idad porque todo estaba prieto, firme, así que el libro me pareció bonito, pero no emotivo.

La película que la lanzó a la fama, Blue velvet, fue también un escándalo.

¡Se está usted fijando en todos los escándalos de mi vida!

No me negará que ha sido provocador­a. Blue velvet trataba sobre la violación, pero lo interesant­e son esos dos jóvenes que sabiendo que eso es oscuro se sienten atraídos, así David planteaba cómo nos atrae la oscuridad, y eso es parte del arte. En el mundo comercial nada tiene que ser polémico, todo tiene final feliz.

¿De qué situacione­s ha aprendido más?

Yo me estoy agradecida a mí misma porque siempre he sabido pasar página. Por ejemplo, para mí fue muy difícil dejar de trabajar como modelo, pero fui capaz de volver a estudiar y encontrar una nueva pasión.

¿Le hirió que a los 40 años le dijeran que ya era vieja?

Sí, Lancôme y otros; y además teníamos tanto éxito que fue algo inesperado. En las investigac­iones de mercado las mujeres se identifica­ban con una mujer de 40 años, pero el ejecutivo de entonces insistía en que las mujeres soñamos con ser siempre jóvenes y que la publicidad habla de un sueño y no de la realidad.

¿Paternalis­mo?

Es un ejemplo de discrimina­ción, pasaron por encima de lo que las mujeres opinaban. Lo interesant­e es que 23 años más tarde hay consejera delegada y lo primero que ha hecho es llamarme de nuevo porque mi nombre sigue asociado a la marca. Me contó lo ofendida que se sintió cuando era una adolescent­e, junto con su madre y su abuela, de que me retiraran por vieja.

¿Cuál ha sido su punto débil?

Debía haber empezado a hacer realmente lo que yo quería hacer mucho antes. Igual ha sido así porque como mujer me han enseñado a complacer. Así que deberíamos complacer menos, ja, ja, ja...

¿Usted ha tenido tres compañeros?

Muchos más, tres oficiales o cuatro, no sé lo que dicen los rumores. Me casé con Jonathan Wiedemann y con Martin Scorsese y estuve con David Lynch unos siete años.

¿Qué ha entendido de las relaciones?

Es difícil de responder porque eran hombres muy distintos. Jonathan se ha vuelto a casar, pero pasamos las Navidades siempre juntos. Fue fantástico demostrar a mis hijos que puedes seguir manteniend­o la amistad con una expareja. Me gusta esa idea de inclusión.

Hay que curar heridas.

Con Martin nos vemos menos, pero somos amigos. Cuando le envío mensajes, firmo como: “Tu esposa mejor divorciada”.

Sus padres, Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, se separaron cuando tenía 3 años.

Pero siguieron siendo amigos. Eran inteligent­es, divertidos y cariñosos, y eso es lo que importa. Los tres hermanos los visitábamo­s muy a menudo en sus trabajos, sobre todo a mi padre.

¿Quién despertó su amor por los animales?

Cuando tenía 14 años mi padre me regaló un libro de Konrad Lorenz, el padre de la etología. “Esto es lo que a mí me interesa”, me dije, pero me convertí en modelo. A los 50 volví a la universida­d para estudiar Etología.

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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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