Minimizar el impacto en el agua
Los efectos del cambio climático se están notando en el agua. Desde los años 70 la superficie mundial clasificada como árida se ha duplicado, y las proyecciones indican que el aumento de la temperatura y la variación de fenómenos extremos, incluidas inundaciones y sequías, afectarán tanto a la disponibilidad de agua como a su calidad.
Además, se podría agudizar la contaminación del agua por múltiples causas y el aumento del nivel del mar extendería la salinización de las aguas subterráneas y los estuarios, reduciendo así la disponibilidad de agua dulce para las poblaciones y ecosistemas en áreas costeras. El aumento de la frecuencia o la duración de las sequías podría comprometer seriamente la garantía de la demanda para usos tan imprescindibles como son el abastecimiento a la población, el riego de zonas agrícolas o el uso medioambiental.
Y así como la escasez de agua es un problema crítico para la sociedad, también lo es un exceso de ésta. Las lluvias torrenciales, que pueden verse incrementadas por el cambio climático, tienen efectos devastadores sobre las ciudades, provocando cortes en los servicios básicos y causando daños personales y materiales de valor muy elevado.
En general, los cambios en cuanto a la cantidad y la calidad del agua por efecto del cambio climático afectarían a la disponibilidad, la estabilidad, la accesibilidad al agua potable por parte de la población mundial.
IMPLICACIÓN DE TODOS La mitigación del cambio climático no depende solo de que la industria cumpla sus objetivos; la ciudadanía juegan un papel importante. Las ciudades y los hogares deben actuar para reducir las emisiones; si se reduce el consumo y se opta por productos y servicios que tengan impactos menos graves sobre el medio ambiente, se logra que cambie la forma de producir y comercializar dichos productos y servicios. Al final, si se quiere actuar de forma favorable al clima, es necesario empezar por el día a día.