Esther Zarraluki
Diversas antologías y proyectos revisan el canon y hacen emerger grandes obras
POETA
Diversas antologías poéticas sobre autores castellanos revisan el canon y hacen emerger nombres de mujeres hasta ahora ocultos. Como Esther Zarraluki, que reivindica ser reconocida por sus poemas, no por la poesía femenina.
Una noche soñé que un pulpo me quería. / ¡Oh, la indecible angustia de aquella aberración! / Nunca he sufrido tanto; cuando amaneció el día / dijérase que había perdido la razón...”. No sabemos qué pensaría la barcelonesa Elisabeth Mulder (1904-1986), autora del poema precedente, de temas como el empoderamiento de las mujeres, la visibilidad de las autoras o de si existe una poesía femenina. Ella es una de las 54 autoras de la Antología de poetas españolas (Alba) que propone una radical revisión del canon –desde el siglo XV hasta la generación del 27– con un gran número de autoras que suelen quedarse fuera, injustificadamente, de los manuales.
No es la única iniciativa al respecto. Elena Medel –que acaba de publicar Todo lo que hay que saber sobre poesía (Ariel)– ultima otra antología, esta de cien mujeres del siglo XX. “Sufren doble marginación –explica–, por poeta y por mujer. Cuando de joven iba a la biblioteca, no encontraba mujeres, y no lo entendía, ahora sé que hubo muchas, el canon se está ensanchando”. Gracias, por ejemplo, a la colección Genialogías (editorial Tigre de Papel), que se marca como objetivo visibilizar a grandes autoras, con dos títulos al año, un proyecto dirigido por la homónima asociación de poetas.
Miriam Reyes reconoce que “cuando empecé a escribir no tenía apenas referentes de mujeres, educada en un ambiente patriarcal, tardé mucho en conocerlas, con la excepción de Sor Juana Inés de la Cruz y Rosalía de Castro”. El propio editor de la antología de Alba, Gonzalo Torné, confiesa que “yo no conocía prácticamente a ninguna de las autoras incluidas –a Santa Teresa y a alguna otra sí, claro–, pese a que creía haber leído mucha poesía. Muchas deberían leerse en los institutos, pero no por mujeres sino por su calidad, como quería Virginia Woolf, que pedía ser juzgada con la misma severidad que un varón. Hay quien pide eliminar autores machistas o racistas del canon, pero los criterios ideológicos en literatura son muy complicados, podríamos decir que las novelas de Jane Austen apoyan el esclavismo o Aristóteles tiene páginas terribles contra es- clavos y mujeres. Lo ideal es guiarnos por la calidad y que luego se explique que eso era un rasgo de esa persona o de su tiempo”.
“La poesía tiene el mismo papel que en el siglo III a.C. –dice Ana Gorría (Barcelona, 1979)–. Mirar al horizonte no es productivo”. Así, “cuando las políticas neoliberales y la rentabilidad nos estructuran como individuos y sociedad, alejarse de la ideología del mero rendimiento, jugar, disfrutar, mirar sin esperar nada a cambio, no es poco”.
El término poetisa hoy es rechazado por mucha gente por asociarse despectivamente a una sensibilidad
ISABEL NAVARRO
“Las mujeres del XXI escribimos un relato donde, por primera vez, las piezas son nuestras”
determinada. Para Concha García (La Rambla, Córdoba, 1956), “se ha escrito demasiado sobre poetas suicidas, como si eso y la enfermedad fuesen el espejo de nuestra poesía”.
En cuanto a las poetas actuales, es imposible hablar de grupos, pero Sergio Gaspar, exeditor de DVD, apunta que “hay elementos compartidos, como el cuerpo, el deseo erótico con ellas como sujeto y no como objeto, el aborto, el cuidado de los hijos...”. Isabel Navarro destaca que “cada vez se escribe más sobre la maternidad porque nos hemos reapropiado de una experiencia que antes no se consideraba relevante para la cultura. Las mujeres del XXI estamos escribiendo un nuevo relato sobre la identidad femenina donde las piezas todavía no encajan, pero, por primera vez, son nuestras”. En cambio, para Teresa
PREMIOS
El 84% de los jurados son hombres, y los premios nacionales han ido a 5 mujeres de 40
Shaw, “lo biográfico en sí mismo no tiene ningún interés si no aporta un saber intenso en cuanto conocimiento, ‘poetizar conociendo y conocer poetizando’, que decía el filósofo”. Begoña Ugalde cree que la poesía femenina existe, pues “hay una sensibilidad femenina, no exclusiva de las mujeres, que tiene que ver con estar en el mundo desde un lugar más receptivo, menos competitivo, lejos de los ganadores y el poder, con una experiencia corporal particular y una conciencia potente de ser fuente de vida”. La realidad social está también presente: Navarro escribe poemas sobre la burbuja inmobiliaria. A Esther Zarraluki no le gusta hablar de “poesía femenina” y desea que “pronto dejen de llamarnos para antologías de mujeres, o porque escribimos en castellano en Catalunya, y sólo lo hagan por nuestros poemas”.
Genialogías estudia los premios de poesía con dotación superior a 5.000 euros: el 84% de los jurados son hombres. Hasta el 2016, el premio Loewe recayó en una mujer y en 27 hombres; el Casa de América, en 2 mujeres y 14 hombres, mientras que los premios nacionales han ido a 5 mujeres de 40 galardonados.
García cree que los poetas en castellano de Catalunya “no han tenido repuesto generacional, apenas los hay. Somos residuales institucionalmente, nos sentimos en tierra de nadie”, y lamenta que “en los últimos años hay un corte muy profundo por las políticas que nos confunden con el imperialismo español”.
Hay varias antologías de mujeres, como -A: mujer, lenguaje y poesía (Stendhalbooks). La más reciente es Sombras di-versas (Vaso Roto), en que Amalia Iglesias selecciona a 17 poetas actuales, entre ellas Reyes, Gorría y Medel, también Pilar Adón, Raquel Lanseros, Leire Bilbao, Berta García Faet o Luna Miguel. Son muestras de la vitalidad de un género que tiene, para muchos, una imagen anticuada –olvidando que se encuentra en las canciones o la publicidad y que se hibrida con la tecnología– así como la de ser difícil. Hay un antídoto infalible frente a esos prejuicios: leer a los poetas actuales, por ejemplo las de la foto.