La Vanguardia

‘Memorial de greuges’

- Colectivo Treva i Pau TREVA I PAU, formado por Jordi Alberich, Josep M. Bricall, Eugeni Gay, Jaime Lanaspa, Carlos Losada, Juan J. López Burniol, Margarita Mauri, Josep Miró i Ardèvol, Josep Lluís Oller, Alfredo Pastor

Treva i Pau sostiene que “hay un universo independen­tista” cuyo “estereotip­o serían personas que sienten como propias las repetidas ofensas a la dignidad de Catalunya (con su cenit en la sentencia del TC sobre el Estatut); el déficit fiscal y el continuado expolio que se percibe y que va desde la financiaci­ón de las infraestru­cturas hasta temas simbólicos como los papeles de Salamanca o las obras de Sijena. Todo ello con la clara voluntad de frenar a Catalunya”.

El desconcier­to en nuestro país es grande. Muchos se preguntan ¿y ahora qué pasará? A corto plazo es difícil de saber. Pero en el largo la respuesta es más evidente. La confianza entre nosotros decaerá y viviremos en un país con dos universos paralelos que tenderán a “no tocarse” para evitar males mayores, en un equilibrio precario y donde se va ahondando en las diferencia­s, en los clichés, creando “un nosotros y un ellos” cada vez más nítido y un mayor distanciam­iento entre grupos… Este proceso lleva pareja la pérdida de confianza en las institucio­nes. El final es conocido, está estudiado, no podemos alegar ignorancia. El progreso social y económico se estanca cuando no retrocede. Si no se hace nada, el futuro será peor, con menos calidad humana y menor cohesión social. Se puede llegar a una alta degradació­n de la convivenci­a.

Hay un universo independen­tista. El estereotip­o serían personas que sienten como propias las repetidas ofensas a la dignidad de Catalunya (con su cénit en la sentencia del TC sobre el Estatut); el déficit fiscal y el continuado expolio que se percibe y que va desde la financiaci­ón de las infraestru­cturas hasta temas simbólicos como los papeles de Salamanca o las obras de Sijena. Todo ello con la clara voluntad de frenar a Catalunya. La consecuenc­ia es clara: la independen­cia es la solución. Lo demás es engañarse. Hicieron lo imposible por negociar un referéndum y sólo recibieron un no. Por ello tuvieron que saltarse la legalidad y realizar un referéndum que fue reprimido de manera violenta por el Estado. Pero, con todo, se produjo un claro mandato popular. Tras la proclamaci­ón de la República, los responsabl­es legítimos de los catalanes son perseguido­s por un Estado represor que se salta sus propias norpersona­s. mas. No pueden entender cómo un movimiento tan amplio de personas en pos de una aspiración legítima defendida de manera pacífica es reprimido de manera tan brutal y lleva a sus líderes a la prisión. Hoy el lema es que “esto va de democracia”.

El otro estereotip­o son personas que se sienten engañadas. Creen que los independen­tistas han abusado de su confianza y buena fe. El trato de Catalunya dentro del conjunto de España es mejor que en la práctica totalidad de los países del mundo: en lengua, en cultura, en los 40.000 millones que gestiona la Generalita­t… Por el contrario, el castellano es tratado, en ocasiones, como lengua extranjera. La normalitza­ció es sacar el castellano de la vida social. El 95% del PIB aquí se queda y aquí se administra. Se comparte con el resto de España el 5%: esto facilita una balanza de pagos muy favorable a Catalunya. El construir la nació lo justifica todo. Se ha insultado directa o indirectam­ente a todo lo que es español, ridiculiza­ndo lo común y minusvalor­ándolo. Ven cómo el deseo independen­tista ha llevado a saltarse la ley que nos permite convivir. Han tenido unas actuacione­s políticas que son manifestac­ión de autoritari­smo antidemocr­ático, en clara sintonía con los movimiento­s populistas más vergonzoso­s de la historia de Europa. Se inventan un sinfín de mentiras y agravios con poca o ninguna base con lo que manipulan a las Todo ello, para acabar en un proyecto político que no recibe el apoyo de ningún país y que hundirá progresiva­mente a la economía catalana. Nunca Catalunya había estado tan bien ni económicam­ente ni en desarrollo social y se lo están cargando.

¿Y ahora qué? Algunos dicen: “Catalunya es distinta, no iremos a peor…”, pero el miedo nos invade el cuerpo al recordar que esas mismas palabras las hemos estado diciendo para afirmar que la convivenci­a nunca se vería afectada. ¿Es lógico pensar que los ciudadanos acabarán castigando a políticos, periodista­s, tuiteros… que sigan enconando las posiciones? ¿No acabaremos valorando a aquellas personas y partidos que reduzcan el desprecio al adversario? ¿Es esto posible y realista? Los profesores Achen y Bartels, en un análisis muy fundamenta­do en la obra Democracy for realists (Princeton, 2016) sobre el comportami­ento de los electores en las sociedades occidental­es, nos contestan con toda claridad: no. La tendencia es: “Aunque me engañen, lo hagan mal o aunque sean unos sinvergüen­zas: yo votaré a los míos”. El elemento tribal aumenta y no se vislumbra un cambio, porque el proceso de globalizac­ión amenazante lo alimenta constantem­ente.

¿Hay alternativ­a? Sólo sociedades responsabl­es pueden transforma­r tales situacione­s. A cada uno de nosotros nos toca cambiar si queremos otro camino. Y para ello hay que humanizar al otro, verlo como persona. Hay que escuchar a la gran mayoría que están en el otro bando, que son buenas personas, cívicas y con ganas de arreglar las cosas: hay que hacer un esfuerzo personal que nadie nos puede ahorrar, y romper con los estereotip­os. Esto nos permitirá una mínima sintonía afectiva… ¡y eso, hoy, es muchísimo! Un pequeño primer paso en reducir la fractura existente. Paralelame­nte vendrá construir un nuevo relato colectivo favorable a las institucio­nes inclusivas, la concordia, la cohesión social y la amistad civil.

Si no se hace nada, el futuro será peor, con menos calidad humana y menor cohesión social

A cada uno nos toca cambiar si queremos otro camino; y para ello hay que humanizar ‘al otro’, verlo como persona

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