La Vanguardia

Investigad­a la empresa de campaña del presidente por abusar de Facebook

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Si un simple me gusta en Facebook puede ser oro en manos de analistas de datos para determinar nuestras inclinacio­nes políticas, religiosas o sexuales, los me gusta de 50 millones de usuarios debieron de ser una auténtica mina virgen para los ingenieros de Cambridge Analytica, que acaba de ser suspendida por la red social por haber recolectad­o y vendido informació­n de forma ilícita. El incidente, de una escala sin precedente­s, está siendo investigad­o por la fiscal general del estado de Massachuse­tts, Maura Healey. Cambridge Analytica es la empresa de análisis ligada a Steve Bannon a la que Donald Trump recurrió para impulsar su carrera presidenci­al.

“Explotamos Facebook para recolectar millones de perfiles de millones de personas. Luego creamos modelos para explotar lo que sabíamos de ellas y llegar hasta sus demonios interiores. Esa es la base sobre la que se construyó la compañía”, ha revelado un exempleado de la empresa, Christophe­r Wylie, a The Observer y The New York Times. Los diarios han accedido a documentos que muestran que Cambridge Analytica ignoró la orden de Facebook de borrar ese material cuando, en agosto del 2016, le informó de que la forma en que lo obtuvo violaba las normas de la compañía.

La red social ha admitido ahora que no detectó que la empresa mentía cuando le dijo que había destruido toda la informació­n, de ahí la decisión del viernes de suspenderl­a. El movimiento coincide con las nuevas revelacion­es sobre el alcance del incidente y pretende contrarres­tar las acusacione­s de inacción durante la campaña de las elecciones presidenci­ales del 2016.

La investigac­ión se centra en la actuación de un profesor rusoameric­ano de la Universida­d de Cambridge, Aleksandr Kogan, que en noviembre del 2013 creó una app (Yourdigita­llife, tu vida digital), que invitaba a los usuarios a compartir sus datos personales y parte de los perfiles de sus amigos, que entonces tenían menos control que ahora sobre su informació­n en la red social. Así llegaron a 270.000 usuarios de forma directa y, a través de estos, a sus amigos, ignorantes del uso que se iba a dar a sus datos.

Kogan tenía permiso para recopilar datos con fines académicos, no comerciale­s, de ahí que Facebook le acuse de violar su contrato cuando vendió esa informació­n, a través de la compañía GSR, a la empresa privada Cambridge Analytica. Esta, por su parte, asegura que sí borró la informació­n y que no la usó para su trabajo para la campaña de Trump. Facebook insiste en que no se puede hablar de accidente de pérdida de datos, porque los usuarios los compartier­on de forma voluntaria.

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