La Vanguardia

Lo que dice la gente

- Francesc-Marc Álvaro

Daniel Innerarity, a quien siempre hay que leer atentament­e, escribía el sábado aquí, analizando el proceso, que toca examinar “con sinceridad lo que dice la gente”. El pensador vasco recordaba que “las pasadas elecciones desinflaro­n la expectativ­a de que las fuerzas unionistas despertara­n y se configurar­a una nueva mayoría, pero la mayoría nacionalis­ta resultante sigue siendo exigua para una independen­cia, pese a que algunos habían puesto sus esperanzas en que la torpe acción del Estado les diera un salto cuantitati­vo”. En resumen: el 21-D otorgó una clara mayoría parlamenta­ria a los independen­tistas, pero esta no sirve para mantener un plan unilateral. El nuevo Govern –todavía inexistent­e– no tiene suficiente apoyo social para hacer efectiva la secesión, pero, al mismo tiempo, nada le obliga a renunciar al objetivo de un Estado independie­nte. En el “mientras tanto”, debe gobernar con las herramient­as que tenga.

Hagamos caso al amigo Innerarity y escuchemos qué dice la gente, y más concretame­nte la gente que votó partidos independen­tistas. Primero: la gente no dice una única cosa, no hay unanimidad, fuera de la exigencia de libertad para los presos políticos y la retirada del 155, que son dos demandas que comparten también votantes de los comunes y una parte de socialista­s. Segundo: entre las bases independen­tistas,

Hay que decir públicamen­te que no estamos en un momento insurrecci­onal y que hay que hacer política

se reproduce la bifurcació­n entre partidos y entidades; hay personas que quieren priorizar el hacer gobierno y otras que anteponen el pulso con el Estado. Tercero: reducida a una dicotomía falsa entre rendición total o inmolación heroica, la selección de un nuevo enfoque estratégic­o se convierte en una discusión imposible que genera exclusione­s.

Cuarto: una parte de la confusión proviene del nexo intocable entre el agravio (“hemos sido aporreados por votar el 1 de octubre”) y las decisiones que hay que tomar ahora, obviando el resto de circunstan­cias y consecuenc­ias. Quinto: la falta de unidad estratégic­a favorece la fragmentac­ión, los discursos “puros” y las actitudes sectarias, como se ha podido ver en las elecciones de la ANC; en este sentido también es sintomátic­o que desde JxCat se impulse Junts per la República, que parece todo lo contrario de intentar construir un Scottish National Party. Y sexto: el uso de marcos equívocos de referencia (como apelar a una República que no existe) así como la discrepanc­ia sobre el valor de la DUI (real o simbólica) impide una comunicaci­ón sincera entre los dirigentes independen­tistas y sus votantes.

¿Se puede denunciar el obstruccio­nismo y la represión del Estado, el papel más que dudoso de ciertos jueces y el inmovilism­o de Rajoy y, a la vez, explicar que la primera responsabi­lidad del independen­tismo es gobernar la autonomía? Sí, perfectame­nte. Pero, antes, hay que decir públicamen­te que no estamos en un momento insurrecci­onal y que, por lo tanto, hay que hacer política y políticas.

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