La maldición del día del Padre
No llevaba el toro ni tres minutos sobre el coso valenciano de la calle Xàtiva el jueves cuando el comentarista televisivo pronunció una frase muy sabia, a saber si dedicada a la suegra y no al astado avieso.
–¡A este toro no hay que dejarle pensar!
Hoy, día del Padre, hagan como yo: no dejen pensar a los hijos sobre el regalo que premia la paternidad del siglo XXI y no sean tan memos de desprestigiar el obsequio de una corbata de Marinella, de esas que lucen de frente y se olvidan de espaldas.
Impidan pensar a los hijos y aún más a las madres de los hijos. Y, sobre todo, ahorren en buenas palabras que sirven de muy poco:
–¡No necesito nada, gracias! Con la intención me basta...
Yo, naturalmente, estoy encantado de recibir regalos como padre demócrata que soy, pero desde que los regalos tienden a ser “diferentes” tiemblo cada 19 de marzo, de la misma manera que cuando hojeo suplementos para disfrutar de un fin de semana diferente en Barcelona (recomendaciones reales: maridaje de ceviche de esqueixada de bacalao con cerveza, cóctel “curry colada”, XV festival de sopas del mundo mundial en Nou Barris o el anuncio de que Pineda de Mar acometía “el reto épico” de batir el récord Guinness de alcachofas a la brasa en una hora... ¡12.500!).
La juventud es todo ilusión y como generación más preparada y orgásmica de la historia no se rinden ni acatan ni obedecen. Hágase a la idea de lo que le puede caer en suerte hoy:
–Una barbacoa para ahumar Barcelona y alrededores con sus grilletes para impedir pasos atrás cuando los hijos llegan a la barbacoa dominical con una hora de retraso.
–Un juego de cuchillos japoneses para filetear atunes, blogueros o toros de Victorino Martín de 580 kilos.
–Un vale para dos en el que aparezca la palabra bienestar o, en su defecto, experiencia sensorial. Abstenerse los reacios al sexo acuático.
–Bicicleta de carreras, maillot amarillo, gorra con visera Kas vintage y un plano del Alpe d’Huez con el siguiente texto: “No te pongas límites, papá. Tú puedes, campeón”.
–Libros de autoayuda del tipo Nunca digas en mala hora me casé, Descubre la paternidad a los 65 o la imprescindible Guía del canguro low cost. Prepárate para cuidar a los nietos.
–Alambique Chicago 1920 para fermentar en casa las bebidas alcohólicas que venden en cualquier tienda.
–Pack de venenos KGB para fulminar en trances multicolores al jefe de personal, al presidente-espía de la comunidad de vecinos o al presentador de Sálvame. Disponible en monodosis. Instrucciones en ruso.
Hijos, hijas. Un padre piadoso, que aspira a pensionista y simpatiza con Santa Eulalia os ruega: ¡una corbata!, ¡un par de calcetines de Gammarelli!, ¡un perfume que no dé el cante!
Exija una corbata antes de que le regalen vales de ‘bienestar’, una barbacoa o el novedoso pack KGB