La Vanguardia

El experiment­o del PP

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El modelo Alzira comenzó a fraguarse en el año 1995, cuando el popular Eduardo Zaplana alcanzó la presidenci­a de la Generalita­t Valenciana. Pero hay un año clave; en 1997 el PP valenciano, con mayoría absoluta, cambiaba la ley de cajas de la Comunidad Valenciana, con lo que la Generalita­t alcanzaba el control directo de las entidades financiera­s públicas. Fruto de esta decisión fue la puesta en marcha de proyectos como Terra Mítica o los estudios cinematogr­áficos de la Ciudad de la Luz de Alicante, con inversione­s multimillo­narias de las cajas que después se evaporaría­n e incluso serían motivo, en el caso del parque de atraccione­s de Benidorm, de investigac­iones judiciales. En aquellos tiempos, el conseller de Economía era José Luis Olivas, que llegaría a ser presidente de Bancaja y del Banco de València y que ahora está imputado por varios delitos por su gestión en ambas entidades.

En el campo de la sanidad el objetivo del PP era implantar la gestión privada en todo el sistema público. Para ello se buscó a una compañía con experienci­a en la gestión privada sanitaria, que era Adeslas, pero era necesario el concurso de las cajas para tener músculo financiero para el proyecto. Así, Bancaja y Caja del Mediterrán­eo, CAM, fueron utilizadas para tal fin. También se sumaron, y esto es importante, dos poderosas empresas de la construcci­ón, Lubasa y Dragados. Eduardo Zaplana lograba así la UTE necesaria para su proyecto.

Por sorprenden­te que parezca, la resistenci­a al mo- delo fue débil en lo político y casi nula en los sindicatos de clase. La fórmula se repitió en el resto de centros de gestión privada con otros socios (en Torrevieja, con Asisa; en Dénia, con DKV; en Manises, con Sanitas, y en Elx, de nuevo con Asisa). Con la llegada de Francisco Camps a la presidenci­a de la Generalita­t, la privatizac­ión se intensific­ó, y Ribera Salud comenzó a ganar autonomía: no sólo gestionaba las parcelas que le permitía la Administra­ción valenciana, sino que intentaba ampliar su campo de acción a otras autonomías y también en el ámbito internacio­nal. Es decir, el dinero público insuflaba oxígeno a una sociedad que en el año 2015 cambiaba de socios. Centene Corporatio­n y el Banco de Sabadell tomaban el control de Ribera Salud y el control total de las empresas que gestionan la sanidad pública en Torrevieja, Elche y Alzira. Un dato curioso: Adeslas y Asisa, empresas sanitarias, son las que dejaron de formar parte del modelo.

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Eduardo Zaplana, en una imagen del 2007

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