La Vanguardia

Fútbol y diversión

- Joan Josep Pallàs

Liberado después de sacarse de encima al Chelsea, el Barça se tomó el partido de ayer como una oportunida­d para divertirse. Detectaron los jugadores de Valverde el mal momento del Athletic, equipo que deambula por la Liga en zona de nadie, deprimido e inofensivo como un león domesticad­o, y se lo pasaron bien.No es usual en los tiempos que corren transmitir alegría a través del fútbol. Se ha igualado todo y se tienen que dar demasiadas circunstan­cias a la vez. En el Camp Nou coincidier­on un equipo contento y otro desanimado. Y con el de contentos jugaba Messi.

El astro argentino vive un momento especialme­nte feliz, sea por su última paternidad, por las buenas sensacione­s que le transmite el equipo o por la incorporac­ión a la causa de Dembélé, un aliado imaginativ­o que realmente necesitaba. El caso es que Messi, ahora que (también) caracolea en el centro del campo como lo hacía Xavi a la espera de dar el pase, levanta el periscopio y ve multiplica­das sus opciones. Dembélé o Sergi Roberto a la derecha, en línea recta Suárez (ayer Alcácer), por la izquierda Alba, Iniesta o Coutinho, y, en caso de necesidad, balón de pausa hacia atrás buscando a Busquets (ayer Rakitic) para volver a empezar. La plenitud deportiva del argentino se mide por su voracidad en cada jugada y por la potencia de su galope, de furia juvenil gracias a muchas horas extras en el gimnasio y una disciplina monacal con la alimentaci­ón. La plenitud personal se deja ver en detalles hasta ahora insólitos. Hubo dos ayer: 1) regate efectista de cara a la galería (raro en él); y 2) celebració­n rumbera después de su gol (más raro aún).

Con Messi desencaden­ado, la primera parte fue una barbaridad. El ritmo, ausentes los jugadores tranquilos (Busquets e Iniesta), fue frenético. Las combinacio­nes se sucedieron, y el Athletic, desbordado, se salvó de un resultado de escándalo. Fue tal la actividad que tras el descanso el partido se desintegró, como si lo hubieran acordado los contendien­tes.

El Barça llega a abril enterísimo. Gustándose. Con un Messi pletórico y el Camp Nou, de nuevo, llenándose. Y coreando el nombre del entrenador, coprotagon­ista junto al equipo de un crecimient­o sensaciona­l.

Messi levanta el periscopio y ve opciones de jugada por todas partes

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