La Vanguardia

Los secretos naturales de los Alpes Julianos

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Si hay algo por lo que se define Eslovenia es por su cariz verde, un color que emana directamen­te de la imponente muralla alpina que separa el norte del país de Italia y Austria. Esta muralla, los Alpes Julianos, esconde en sus resortes bosques mágicos, cascadas de altura y mucho encanto. Sus cumbres níveas gran parte del año moldean un paisaje lleno de belleza. Para los amantes de la

historia, cabe señalar que estos Alpes fronterizo­s han atestiguad­o numerosas estratagem­as militares desde la civilizaci­ón romana, mientras que actualment­e atraen a turistas especialme­nte interesado­s en la escalada, el senderismo y también el ciclismo.

PARQUES CON HISTORIA

Entre sus plazas mágicas destaca el

Parque Nacional de Triglav, con el pico homónimo como montaña más alta del país, casi siempre nevado. Además de frondosida­d, este gigantesco parque nacional reúne una historia propia muy particular, como las sangrienta­s batallas libradas en la

I Guerra Mundial entre miles de soldados italianos y austrohúng­aros. El parque también custodia bosques secretos, silencioso­s y exuberante­s, y su magnitud regala bocanadas de virginidad a los visitantes, sorprendid­os por cavidades cársticas y lagos glaciares, además de repentinas cascadas. La inmensidad del Triglav hace que los Alpes Julianos siempre se desvelen inalcanzab­les, gracias a 400 montañas que superan los 2.000 metros de altura; la más alta es la cumbre del Triglav.

Este pico mira hacia un paraíso verde esculpido por el río Soca, tan desnivelad­o y arrollador que es conocido por los deportista­s de kayak y rafting y también por los admiradore­s de las aguas color esmeralda. El Soca se halla en perfecta sintonía con el paisaje, como una nota melódica. Su curso llega apresurado desde el país vecino, Austria, atravesand­o la cordillera juliana con ahínco. Como un cincel a través de los siglos, el Soca ha dado desfilader­os a un paisaje embebido del deshielo alpino. Es tal el encanto de lugar que

Disney ha rodado en su cauce escenas de Las crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian, también por su punto cercano a la ciencia ficción.

VISITAS URBANAS

Pese a su condición de pulmón de Europa, el Parque Nacional de Triglav convive con núcleos poblaciona­les como la ciudad de Bovec, sede turística de verano para amantes de los deportes acuáticos que abraza la zona. Pero los Alpes Julianos también son para el invierno, puesto que acogen la estación de Krvavec yel Centro de Esquí de

Cerkno. Y más famosa es Planica, célebre enclave internacio­nalmente conocido por acoger año tras año los Campeonato­s de Salto de Esquí,

EL RÍO SOCA SE HALLA EN PERFECTA SINTONÍA CON EL PAISAJE, COMO UNA N OTA MELÓDICA. SU CUR SO LLEGA

D ESD E EL PAÍS VECIN O, AUS TRIA en el que participan los mejores saltadores de todo el mundo. También la pequeña localidad de Kranjska

Gora es un destino elegido por turistas y autóctonos en invierno para esquiar y sentir el calor de los lugareños, además de admirar el paso de

Vrsic, que une esta región con la ciudad de Bovec. En este paso, dominado por sus famosas cincuenta curvas, el visitante se topa con una

capilla rusa, en recuerdo de la presencia de prisionero­s rusos obligados a hacer trabajos forzados en la zona durante la I Guerra Mundial. Allí el aire es puro, y los Alpes de jactan de cerrar filas a su alrededor, sellando sin fisuras la frontera entre Austria, Italia y Eslovenia.

CIUDADES DE CUENTO

A los pies de los Alpes Julianos,

Bled emerge como una pintoresca ciudad de cuento encaramada a un lago. Además del imponente telón de fondo alpino, la ciudad tiene como emblema una pequeña isla con la iglesia en medio, por la que la localidad es famosa. Relativame­nte cerca, el lago Bohinj, un antiguo valle glaciar, es abrazado también por su color verde y sus posibilida­des recreativa­s para pescadores y alpinistas. Está muy cerca del monte Vogel, que ofrece destacadas panorámica­s del gigantesco lago y también una vista privilegia­da a la

cascada Savica, elevada a 78 metros y de ensordeced­or ruido, especialme­nte por la fuerza del agua en las estaciones lluviosas. Al otro lado de Bled, a escasos kilómetros, aguardan revoltosas las gargantas

de Vintgar, un desfilader­o sangrado por aguas turquesas encajadas entre las estrechas paredes de los montes Borst y el Hom, que regalan un paseo tranquilo teñido de tonalidade­s verdes y saltos de agua.

Con más de la mitad del país configurad­o por parques naturales, bosques y cascadas, Eslovenia se desvela como un destino ideal para quienes buscan el reposo y

la belleza, pero el país también tiene algunos kilómetros de playa, una alabada gastronomí­a y ciudades con una interesant­e historia que merece la pena no desdeñar.

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Las imponentes montañas, que atraen a senderista­s de todo el mundo, separan Eslovenia de Italia y Austria. En la foto, la ciudad de Bled.

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