La Vanguardia

Dos nuevos paquetes bomba en Texas amplían el radio de la amenaza

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Texas no gana para sustos. El miedo va en aumento ante el giro que ha dado el caso de las bombas. Después de cuatro explosione­s en Austin, con dos muertos en escasas tres semanas de este mes de marzo, la madrugada del martes se produjo una detonación en el centro de distribuci­ón de FedEx en San Antonio. Horas más tarde (ya miércoles en Barcelona), y de vuelta a Austin, hubo otro paquete bomba.

Ya son seis detonacion­es en apenas veinte días. El balance no fue trágico. Un herido en San Antonio y otro más, algo más grave, en la capital del estado. Sin embargo, esta jornada expande el radio y añade el factor de que, hasta ahora, esta es la primera vez que uno de estos paquetes se envía mediante una empresa. A pesar de la distancia, unos 95 kilómetros, los investigad­ores vinculan el quinto artefacto con los cuatro anteriores y con el sexto.

“Sería una estupidez no vincular una cosa con la otra”, remarcó Michelle Lee, agente del FBI al cargo del asunto en las dependenci­as de Schertz, suburbio al noroeste de San Antonio.

El paquete había salido del centro de Austin y estaba destinado a un hogar de esa misma ciudad, afirmó Ken Paxton, fiscal general del estado. La policía se dirigió luego al centro de procesamie­nto de Austin, donde al parecer hallaron un envío que no había estallado.

En un principio, donde también pensaron que habían dado con un paquete sin detonar fue en Schertz, en la investigac­ión posterior a la explosión allá registrada. Estos hallazgos –el segundo quedó en una falsa alarma–se consideran cruciales para la investigac­ión porque pueden permitir descifrar el tipo de artefacto y ofrecer pistas sobre el autor.

Por su sofisticac­ión, los expertos consideran que detrás hay alguien entrenado. El presidente Trump respondió ayer que se trata de “gente enferma”.

La policía teme que se ha producido un cambio de táctica, incrementa­ndo el ritmo y ampliando el alcance de su acción. Los tres primeros paquetes fueron enviados a direccione­s particular­es de Austin. Esto suscitó que se trataba de “dianas” concretas.

Murieron dos afroameric­anos y los envíos se centraron en barrios de hispanos o afroameric­anos. Sin embargo, el cuarto artefacto, instalado en un barrio de predominio blanco y rico, estalló gracias a un cable trampa.

El quinto artefacto estalló en un centro de FedEx en San Antonio y el sexto, horas después, de nuevo en Austin

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