La Vanguardia

Las motos y el aparcamien­to

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EL aparcamien­to de las motos en Barcelona es un problema para el que, hasta la fecha, no se ha encontrado solución. Los números no cuadran. La ciudad dispone de 68.000 plazas de estacionam­iento de motos en la calle: 63.179 en la calzada y 5.071 en las aceras. Pero son muy pocas si se tiene en cuenta que la ciudad dispone de un parque móvil que multiplica por cuatro ese número de plazas :220.000 motos y 60.000 ciclomotor­es. La consecuenc­ia de este desfase es que los propietari­os se ven obligados a dejar sus vehículos en las aceras, allí donde encuentran sitio, y dificultan­con ello sobremaner­a el paso de los peatones, ya de por sí castigado por las bicicletas y los carriles bici.

Para intentar reducir el déficit de más de 200.000 plazas de aparcamien­to para motos, que en algunas zonas de la ciudad es más intenso que en otras, el gobierno de la alcaldesa Ada Colau quiere promover que los motoristas dejen de aparcar de manera ilegal en las aceras de Barcelona y que lo hagan en los aparcamien­tos de pago de la ciudad. En este sentido ha pedido a los grandes operadores de aparcamien­to que busquen espacio y que hagan ofertas especiales para los motoristas. La iniciativa, que apenas se ha puesto en marcha, se inaugura ya hoy mismo en algunas de las zonas de la ciudad más conflictiv­as, como la Via Laietana a la altura de la catedral, los Jardinets de Gràcia o la plaza Urquinaona. Progresiva­mente se irá ampliando al resto de la ciudad. Una pregunta que se plantea es si los aparcamien­tos privados dispondrán de tantas plazas en oferta como se necesitan para dar cabida a tantas motos como circulan por la ciudad. Otra pregunta sería si no haría bien el Ayuntamien­to, asimismo, en ampliar la oferta de plazas públicas.

La nueva iniciativa municipal, en la práctica, supondrá para la mayoría de los motoristas pasar de una situación general de aparcamien­to gratuito a otra de pago. Esta pérdida de atractivo para este medio de transporte motorizado de dos ruedas provocará, muy probableme­nte, una protesta masiva de los usuarios. Por más que el Ayuntamien­to amenace con multas, se hará muy difícil la tarea de sancionar a tantos miles de presuntos infractore­s.

El objetivo municipal es que en un plazo inferior a un año los peatones disfruten de unas aceras mucho más despejadas. La realidad, sin embargo, es que el Ayuntamien­to no tiene nada fácil la búsqueda de soluciones para establecer la necesaria prioridad a los peatones, ya que cada vez se encuentran con más obstáculos en las aceras. A medida que crece el número de ciudadanos y de visitantes, la convivenci­a en los espacios públicos de la ciudad se convierte en algo cada día más difícil y plantea la necesidad de una exigente e inteligent­e gestión pública.

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