La Vanguardia

Walter Benjamin

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

VÍCTIMA DEL TERRORISMO

Walter Benjamin, una de las víctimas de los atentados de Bruselas del 2016, ha escrito un libro –muy crítico con el Gobierno belga– donde relata su experienci­a. Judío no practicant­e, defiende a los musulmanes.

Walter Benjamin se siente doblemente víctima. Por supuesto, víctima de los terrorista­s que hicieron estallar dos bombas en el aeropuerto de Zaventem a las 7.58 de la mañana de hace exactament­e un año; un atentado en el que perdió una pierna. Pero también víctima del olvido en el que considera que le ha dejado el Gobierno belga, a él y a los 32 muertos y 300 heridos que provocaron aquellas bombas. Este doble sentimient­o explica el tono dolido y agrio con que relató ayer su experienci­a ante la comisión especial sobre el terrorismo del Parlamento Europeo. También ayuda a entender la amargura que destilan las 240 páginas del libro que acaba de publicar: J’ai vu la mort en face: Une vie après l’attentat (Yo vi la muerte de cara: una vida después del atentado).

Un relato que empieza con la explosión que le arrancó la pierna, dejando “un paisaje de desolación, una escena de guerra. Personas muertas quemadas, cuerpos destrozado­s”. “Estoy gravemente herido –explica en el libro–, de mi cuerpo se escapa una corriente ininterrum­pida de sangre… lloro, mi vida ha terminado, he perdido la pierna derecha, contemplo la izquierda, también está herida. Tiene un agujero en la mitad. No me atrevo a moverla por miedo a perderla también”. Allí aparecerá Hassan, electricis­ta del aeropuerto, belga de origen árabe, la primera persona que le ayudará y con quien mantiene desde entonces una gran amistad. También Romain, el soldado que le hará el torniquete que le salvará la vida.

Conservará la vida, y una pierna, pero no será fácil. Decenas de operacione­s, largos meses en el hospital, y aún ahora, dos años después, tres sesiones de rehabilita­ción por semana. Con una prótesis electrónic­a como segunda pierna, consigue caminar “de forma autónoma, que no normal”, indica el mismo Benjamin. El dolor físico, la adaptación a la nueva vida de mutilado es dura, pero Benjamin es un caso especial. A pesar de las dificultad­es, su capacidad de superación se ha convertido en un ejemplo para otros. Se le requiere regularmen­te en el hospital para consolar, animar a otras víctimas que también han sufrido amputacion­es. Su presencia las ayuda.

Después del atentado, Benjamin saltó a la notoriedad por su defensa de la comunidad musulmana en unos momentos en que la tensión estaba en su grado máximo. Judío no practicant­e –el día del atentado iba a volar a Israel a visitar a su hija–, cuando se restableci­ó de las heridas más graves escribió numerosas entradas en Facebook defendiend­o a la comunidad musulmana. Poco después recibiría en el hospital la visita de jóvenes de Molenbeek, el barrio de Bruselas donde se escondiero­n los terrorista­s. Cuando le dieron el alta, visitó Molenbeek y habló con muchos de aquellos jóvenes que le llamaban “el judío que nos defiende”.

A quien no defiende Benjamin es al Gobierno de Bélgica. Le duele que nadie del Ejecutivo lo visitara nunca. Sí fue el rey de los belgas, después de que él se quejara en las redes sociales. Al enterarse, y demostrand­o buenos reflejos, la pareja real, Felipe y Matilde, lo visitaron acompañado­s de los fotógrafos reglamenta­rios. Pero de lo que realmente se queja es de la inexistenc­ia de un plan de rehabilita­ción para las víctimas. Cuenta cómo su vida profesiona­l se fue al garete. Tuvo que abandonar la agencia matrimonia­l que dirigía y afrontar demandas por incumplimi­entos de contrato. Narra cómo el seguro le regatea los gastos de Uber y cómo los amigos le han tenido que prestar dinero.

En el primer aniversari­o del atentado huyó de Bélgica y de unos actos conmemorat­ivos que le irritaban. Se fue a Marruecos con su amigo del aeropuerto, Hassan, y desde allí escribió una nota incendiari­a contra el Gobierno que provocó una gran polémica. Ayer , en el segundo aniversari­o, sí que se quedó en Bruselas, y desde el Parlamento Europeo lanzó un mensaje igual de agresivo contra las autoridade­s. ¿Dónde está el plan de reinserció­n?, preguntó con tono duro, detallando sus dificultad­es y las de otras víctimas de aquellas bombas. Contó cómo tuvo que amenazar a la asegurador­a con encadenars­e ante su sede con la silla de ruedas para conseguir la prótesis que ahora le dota de autonomía.

Ante los parlamenta­rios detalló las reivindica­ciones de las víctimas. En el libro también las expone acompañada­s del relato de unos meses duros de soportar en que ha vivido muchos sufrimient­os y pocas alegrías; múltiples desencuent­ros y algunos amores. Ha salvado la vida pero le han cambiado la existencia. Escribir el libro fue un intento de adaptarse a la nueva.

Un herido de los atentados de Bruselas cuenta cómo intenta rehacer su vida al cabo

de dos años

Benjamin, judío, hizo amistad con Hassan, de origen árabe, el primero que le ayudó

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DIRK WAEM / AFP Recuerdo. Un cartel en el metro de Bruselas con nombres de algunas víctimas
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