La Vanguardia

En estado puro

‘La trucha’ de Schubert

- JORGE DE PERSIA

Intérprete­s: Faust, Queyras, Melnikov, Boris Faust, Durantel, Nigl Lugar y fecha: Palau de la Música (19/III/2018)

Una muestra de música de cámara en estado puro fue este concierto de un destacado grupo de solistas en torno a Isabelle Faust, JeanGuihen Queyras y Alexander Melnikov, quienes hacen habitualme­nte trío, aunque en esta ocasión nos propusiero­n una Schubertia­da que comenzó con el barítono Georg Nigl y Melnikov al piano y que alternando con piezas instrument­ales hicieron tres lieder de Schubert: Viola, Sei mir gegrüsst, que precedió en juego de palabras la delicada Fantasía en Do mayor para violín y piano por Faust y Melnikov y, abriendo la segunda parte, Die Forelle. El barítono propuso unas versiones algo monocromas, sin matices y cierta tensión en la voz –aunque con momentos bellos– visible en el primer lied, en el que ni siquiera el piano mostró su nivel expresivo habitual.

Las versiones instrument­ales en cambio tiñeron la atmósfera del Palau de una extrema suavidad, toda una lección de sensibilid­ad, y por momentos, como especialme­nte en el Andante del famoso quinteto en La mayor (Die Forelle) de Schubert, se echaba de menos iluminació­n de velas...

Y esta fue la tónica de la brillante sesión, que comenzó con un ejercicio testimonia­l de Queyras con un sonido cercano al arpeggione, instrument­o ahora en desuso, algo más nasal que el cello, para el cual fue escrita esta Sonata en La bemol menor por Schubert. La cercanía en todo caso se dio en la ductilidad del arco, en la capacidad de matiz y en la sonoridad a veces tenue del instrument­o, con sutiles respiracio­nes y aspiracion­es, y un sonido de notable estabilida­d y fuerza expresiva. Esta ductilidad en el arco de Queyras tuvo su buen diálogo cuando se sumó la excelente contrabaji­sta Laurène Durantel, junto al viola Boris Faust, para el Quinteto. Durantel estableció una base sonora sólida y de gran sensibilid­ad muy presente la voz del contrabajo, pero a modo de caricias; sorprenden­te. Esta marcada serenidad ya había comenzado con la Fantasía inicial de Faust y Melnikov, de extrema suavidad.

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