LLUVIAS NECESARIAS, PERO INSUFICIENTES
Catalunya vive desde 2016 un período muy seco, en el que la lluvia ha sido escasa y con un índice muy por debajo del promedio de precipitaciones registradas los cinco años anteriores, según datos de la Agencia Catalana del Agua. Como consecuencia, las reservas se encuentran bajo mínimos. Un ejemplo es el embalse de Darnius-Boadella, actualmente al 28,04 % de su capacidad, o el de la llosa del Cavall, que está al 36,83 %. Peor es la situación en el de Siurana, que se encuentra a tan solo el 13,60 %.
Las tormentas registradas durante las últimas semanas no han cambiado esta situación. El volumen actual del conjunto de los embalses catalanes es del 45 % de su capacidad total y las lluvias solo han hecho crecer la cantidad del agua acumulada en poco más de un 1 %. Actualmente nos encontramos en una situación de prealerta, que se declara cuando el nivel de ocupación de los embalses desciende por debajo del 60 %, y muy cerca del estado de alerta, que se genera cuando el líquido almacenado no alcanza el 40 %. En ese momento se generan una serie de restricciones que implicarían la prohibición del riego o de llenar piscinas. Cuando el agua almacenada en los embalses no llega del 16 % de su capacidad total se declara el estado de emergencia, que supone limitar su uso doméstico. Las primeras medidas destinadas a prevenir la sequía se empiezan a tomar cuando las reservas de agua se sitúan alrededor de 75 % de su capacidad global, y pueden ser la puesta en marcha de desalinizadoras, extracción de acuíferos o el uso de agua regenerada.