La Vanguardia

UNA AGRICULTUR­A INTELIGENT­E

El cambio climático obliga a aumentar la producción de los cultivos usando menos agua

- TEXTO A. A.

El 70% del consumo de agua en España correspond­e a la agricultur­a, el 18% a la industria y el 12% a los usos urbanos. El consumo para fines agrícolas debe reducirse con la aplicación de técnicas de riego más eficientes y sistemas disruptivo­s que mejoren la productivi­dad de los cultivos con menos gasto en agua, energía y abonos, preservand­o siempre el cuidado del medioambie­nte y la sostenibil­idad de todo el proceso.

El calentamie­nto del planeta y los cada vez más frecuentes episodios de sequía son el mayor reto al que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. El eje agua-alimentos-energía es clave para afrontar el futuro y la agricultur­a está llamada a experiment­ar importante­s cambios para hacer frente a la necesidad de una utilizació­n más racional del agua y a una demanda cada vez mayor derivada del fuerte incremento de la población mundial. En este contexto, Agbar, un grupo que comenzó su andadura hace 150 años, quiere hacer valer su capacidad de anticipaci­ón y trasladar al sector agrícola la excelencia en la gestión y la vocación innovadora que lo caracteriz­an. Se trata de ofrecer soluciones tecnológic­as que aúnen tres vectores fundamenta­les para la producción agrícola: el agua, la energía y los fertilizan­tes. De esta manera, Agbar diversific­a su posición en el mercado y refuerza su compromiso con el desarrollo sostenible.

En 1961 el planeta contaba con una población de 3.000 millones de habitantes y una superficie de cultivo de 1.300 millones de hectáreas, de las cuales solo el 10 % eran de regadío. En 2015 la superficie destinada a la agricultur­a era de 1.500 millones de hectáreas, con un incremento del 14%, aunque el regadío suponía ya el 20% del total (es decir, se había doblado). En ese periodo la población se ha multiplica­do por 2,5, lo que ha provocado que la superficie per cápita ha pasado de 0,46 hectáreas por habitante a 0,22 hectáreas por habitante.

Ello obliga a ser más productivo­s en la alimentaci­ón y en la agricultur­a, y hacerlo con todo tipo de avances tecnológic­os, realizando un mayor uso del regadío e incorporan­do la tecnología del agua.

DESAFÍO GLOBAL Y OPORTUNIDA­D

Algunos datos globales ayudan a comprender la tendencia. India, que en el año 2050 tendrá 1.700 millones de habitantes y será el país más poblado del mundo, pretende aumentar la superficie de regadío en 35 millones de hectáreas interconec­tando un total de 46 ríos. China ha prometido crear para el 2020 un total de 53 millones de hectáreas agrícolas de alta calidad, a pesar de las voces de alerta sobre la calidad de agua de sus ríos y la necesidad de una depuración integral de las mismas.

En otra escala, más comparable a la española, Chile está desarrolla­ndo un millón de hectáreas de regadío a lo largo del país, lo que le va a permitir doblar sus exportacio­nes agroalimen­tarias y crear un millón de empleos. Chile ha conseguido ser uno de los primeros países en exportació­n agroalimen­taria gracias, en parte, a que decidió en su día depurar el 100% de sus aguas residuales. En este hito ha participad­o Aguas Andinas, en la que entró Agbar en 1999 (año en que se depuraba sólo el 3% del agua total), cuando en 2010 se consiguió depurar el total residual. Colombia, tras el nuevo acuerdo con las FARC para acabar con un conflicto armado de 50 años de duración, confía en destinar cuatro millones de hectáreas más para la agricultur­a. En Perú hay proyectos para 360.000 hectáreas.

REGADÍO EN UN MARCO DE SEQUÍA

La decisión de Agbar de entrar en el sector de los servicios al mundo agrícola se produce en un momento en que España se encuentra ante una sequía que viene precedida por tres años con pluviosida­d por debajo de la media. Esta situación añade más presión para optimizar el uso del agua en la agricultur­a, ya que, según coinciden los expertos, el futuro, ante la actual situación, pasa por potenciar el regadío de manera sostenible y de forma compatible con la lucha contra el cambio climático. El regadío, además, crea empleo y combate la despoblaci­ón. El campo deberá vivir una revolución tecnológic­a con la modernizac­ión integral de los procesos e importante­s inversione­s, que además requerirán la formación de los agricultor­es y la incorporac­ión de generacion­es de jóvenes, y también de mujeres.

El Programa Nacional de Desarrollo Rural 20142020 y varios planes regionales han introducid­o como “elemento central” el apoyo a la innovación, mediante la creación de grupos operativos que buscarán soluciones originales a las necesidade­s de los sectores, que también podrán trabajar en el campo de los regadíos. España cuenta con 3,6 millones de hectáreas de regadío, que aportan el 67 % de la producción vegetal. El Programa Nacional preveía una inversión de 58 millones de euros para financiar estos grupos operativos, así como los proyectos que emanen de los mismos. Desde el 2002 se han modernizad­o 1,5 millones de hectáreas, con una inversión de 3.000 millones.

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FOTO: SHUTERSTOC­K El consumo de agua para fines agrícolas representa el 70% del total. Es un consumo que debe reducirse mediante la aplicación de técnicas de riego más eficientes y otros sistemas que mejoren la productivi­dad de los cultivos con menmos gastos de agua.
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