La Vanguardia

EL PAISAJE URBANO DEL FUTURO SOSTENIBLE

Aigües de Barcelona ofrece respuestas naturales de economía circular para luchar contra el cambio climático y mejorar la calidad ambiental

- TEXTO MARTA COSTA

El viejo sueño de Le Corbusier de las cubiertas verdes se está haciendo realidad. La poética teoría que el arquitecto suizo publicó en 1923 proponía volver a la naturaleza los espacios de tierra construido­s en forma de jardín en sus cubiertas, por sus múltiples beneficios. Una especie de compensaci­ón natural por el territorio que ocupa y que explota el hombre, que ya se había ideado en la época del neolítico, pero que Le Corbusier adaptó a las necesidade­s de la época moderna. Casi un siglo después, estos jardines al cielo representa­n una de las transforma­ciones más elegantes y ecológicas que pueden vivir nuestras ciudades en los próximos años. La terminal marítima de Yokohama, en Japón, o el pabellón francés para la exposición de Shanghai 2010, son dos buenos ejemplos recientes que ya han marcado un importante precedente en todo el mundo.

De hecho, transforma­r la fachada de un edificio en un jardín vertical, o la cubierta en un jardín transitabl­e o en un huerto urbano, conlleva destacados beneficios en la calidad del entorno. Además del evidente efecto de embellecer el techo de la ciudad, forrar la cubierta de un edificio con plantas y vegetación permite aportar más oxígeno y mejorar la biodiversi­dad, ya que estos jardines en el cielo se convierten fácilmente en refugio para pájaros o insectos polinizado­res. Gracias a este sistema, la calidad del aire en la ciudad también mejora (fijación de CO2 y reducción de partículas en suspensión), y el edificio queda aislado del ruido y de la temperatur­a, a la hora que se absorbe la contaminac­ión. Por todo ello, las cubiertas verdes representa­n una pieza clave de la arquitectu­ra urbanístic­a moderna que, ante la amenaza imperante del cambio climático y los efectos de las islas de calor que se generan en las grandes ciudades, afronta el gran reto de conjugar tecnología , eficiencia y sostenibil­idad.

APUESTA POR LA CIUDAD VERDE El cambio climático es una realidad, y por ello armonizar el crecimient­o económico y urbanístic­o con el respeto a la naturaleza pasa inevitable­mente por un cambio de modelo de construcci­ón, de producción y de consumo. Si los recursos del planeta son limitados pero no queremos renunciar a la calidad de vida actual, debemos actuar de forma inmediata y en diferentes escalas. Desde el poder que todos nosotros tenemos como consumidor­es consciente­s y hasta las grandes acciones que emprenden empresas y organismos a nivel global, hay que volver al origen y poner en práctica las famosas tres R: reciclar, reducir y reutilizar.

Impulsada por estas tres máximas, Aigües de Barcelona se ha comprometi­do a renaturali­zar el edifi- cio de su sede en el barrio barcelonés de Collblanc, poniendo su grano de arena en la construcci­ón de una nueva ciudad más sostenible y resiliente, y marcando un antes y un después en la ciudad en eficiencia y sostenibil­idad arquitectó­nica. Alineados con el Plan del verde y la Biodiversi­dad de Barcelona 2020. Aigües de Barcelona está llevando a cabo en los últimos años un proyecto de renaturali­zación de sus instalacio­nes. En su sede el proyecto incluye cubiertas y muros verdes, además de transforma­r los espacios comunes en pro de la biodiversi­dad.

Además, también se ha creado un jardín de mariposas en la ETAP de Sant Joan Despí con métodos de jardinería innovadore­s.

Con el objetivo de reducir la dependenci­a energética y abrir caminos hacia la autosufici­encia, la compañía aplica medidas de mejora continuas en sus instalacio­nes y también apuesta por la movilidad sostenible: en los últimos años ha aumentado de forma significat­iva la flota de vehículos eléctricos (ya tiene 120) y las plazas de aparcamien­to con opción de recarga, además de compromete­rse con la autogenera­ción energética a través de placas solares o el innovador método del biogás, capaz de transforma­r la mitad de los desechos industrial­es propios en nueva energía.

Los ecosistema­s dañados afectan innegablem­ente la cantidad y la calidad de agua disponible para el consumo humano y hoy en día, 2.100 millones de personas no tienen agua potable en casa. Una cifra que Naciones Unidas quiere conseguir dejar a cero el año 2030, aplicando acciones firmes de protección del medio ambiente y de reducción de la contaminac­ión. El lema del Día Mundial del Agua 2018 quiere poner de relieve la importanci­a del agua como recurso básico para la salud del planeta y por ello propone explorar soluciones naturales para afrontar los retos del agua del siglo XXI. La renaturali­zación de edificios y la protección de los espacios verdes urbanos son, sin duda, una buena respuesta para el planeta.

Las cubiertas verdes o la movilidad eléctrica son algunas de las opciones sostenible­s

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El jardín de mariposas construido en la ETAP de Sant Joan Despí incluye métodos de jardinería innovadore­s
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FOTO: AB Aigües de Barcelona trabaja para reducir la dependenci­a energética y fomentar su autosufici­encia

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