Los jóvenes lideran la marcha más grande contra las armas en EE.UU.
Más de un millón de personas protestan tras la epidemia de tiroteos en centros escolares
El movimiento surgido tras la matanza en un instituto en Florida movilizó ayer a un millón de personas en diferentes ciudades de EE.UU. para reclamar más control sobre las armas.
La generación post-Columbine tomó ayer el relevo en Estados Unidos para romper la apatía y el fatalismo con que sus mayores han afrontado la epidemia de muertes por armas de fuego y reclamar más medidas de control a los políticos, que asisten desconcertados a la fuerza del movimiento estudiantil surgido tras la muerte de 17 personas en un instituto Stoneman Douglas en Parkland (Florida) el día de San Valentín.
“Nunca más”, clamaron cientos de miles de estudiantes, líderes absolutos de la ‘Marcha por nuestras vidas’ que recorrió las calles de Washington entre la Casa Blanca y el Capitolio, ambos vacíos ayer sábado. “¡Vamos a votar y os vamos a echar!”, corearon mientras decenas de activistas repartían información para que se registren y puedan participar en las elecciones legislativas de noviembre.
“A los líderes escépticos y cínicos que nos dijeron que nos sentáramos y nos calláramos, esperad vuestro turno... ¡Bienvenidos a la revolución!”, proclamó desde el escenario Cameron Kasky,un estudiante de 17 años del instituto de Stoneman Douglas, uno de los líderes más populares de la protesta desde que retó al senador por Florida Marco Rubio, cara a cara, a no aceptar más dinero de la Asociación Nacional del Rifle (va a seguir haciéndolo). “Todo el mundo me pregunta si creo que después de todo esto vamos a ver algún cambio: ¡nosotros somos el cambio!”, enfatizó Kasky para alborozo de los manifestantes, muchos adolescentes pero también padres, familias con niños y abuelos encantados de sumarse a la causa.
Más de medio millón de personas (800.000 según los organizadores) llegadas de todo el país se congregaron en Washington, aunque la protesta se extendió de costa a costa del país. Unas 800 ciudades celebraron marchas paralelas. Más de un millón de personas se movilizaron para pedir leyes de control de armas, según las primeras estimaciones, una cifra no sin precedentes en Estados Unidos en este debate, enquistado durante años pese a las anómalas cifras de víctimas de violencia por armas de fuego que sufre.
Las pancartas hablaban por los manifestantes: “Marcho por nuestras vidas para no tener que correr para salvarla”, “Soy maestro, dame libros, no pistolas”, “‘Somos el futuro y tenemos miedo”, “Ey, políticos, comprométanse a no aceptar dinero de la NRA”, “¿Soy el próximo?”, “Tengo seis años, los mismos que tenían ellos”...
El mensaje de Taylor, de 25 años, natural de Carolina del Norte, resumía su drama personal y el de una nación entera: “Mi hermano sobrevivió a Virginia Tech... Otros 32 estudiantes no lo hicieron. No lo olvidemos nunca”. Ambos fueron al instituto politécnico donde, en el 2007, un exestudiante perpetró el tiroteo escolar más sangriento hasta entonces. “Mi hermano estaba en la clase de al lado. Algo así cambia por completo la perspectiva de tu vida”, explica junto a su madre, Rebecca. Se calcula que desde la masacre escolar de Columbine (1999), 187.000 estudiantes se han visto ex- puestos a la violencia de las armas de fuego en sus escuelas. “En América deberíamos reflexionar sobre qué tipo de sociedad somos. No deberíamos enviar a nuestros niños a clase y preguntarnos si volverán a casa. Somos el único país industrializado que tiene este problema y tenemos que reflexionar a fondo sobre cómo resolver este problema”, añade Rebecca.
La familia Beeghly recorrió casi 1.300 kilómetros desde Shorewood (Wisconsin) para sumarse a la marcha. “Estamos aquí porque quere-
MARCHAS MULTITUDINARIAS
La protesta moviliza a un millón de personas en todo el país, más de 500.000 en Washington
MATANZA DE VIRGINIA TECH “Algo así te cambia por completo la vida”, afirma Taylor, hermana de un superviviente
mos más leyes de control de armas. No pedimos nada descabellado”, sostiene la madre, Elizabeth, enfundada en las mismas camisetas rojas con eslóganes de la marcha que sus dos hijas pequeñas. ¿Por qué ahora y no después, por ejemplo, de la muerte de 20 niños de seis y siete años en la escuela de Sandy Hook en el 2012? “Esto debería haber ocurrido hace tiempo. Sí, pero es la juventud de América quien está liderando este cambio. Entonces los padres estaban de duelo y no podían mirar más allá, pero la juventud de América se está planteando qué futuro quiere”, opina. “Algunas cosas sí que cambiaron después de Sandy Hook. En el estado de Connecticut sí reformaron algunas leyes. Creo que este es el paso siguiente”, tercia el padre, Bryan, a las puertas de la Casa Blanca.Fue uno de los lugares más populares ayer para hacerse fotos en Washington (aunque su inquilino estaba jugando al golf en Florida), junto con el Hotel Trump.
Hubo testimonios emocionantes, aplausos, lágrimas y música. También muchos eslóganes combativos, historias en primera persona de cómo la lacra afecta en especial a la población negra, gritos en castellano y sorpresas como la aparición en escena de una nieta de Martin Luther King. “Mi abuelo tuvo un sueño, que sus descendientes no fueran juzgados por el color de su piel sino por la fuerza de su carácter. Yo he tenido un sueño, que ya basta, que este debe ser un mundo libre de pistolas y punto”, dijo Yolanda Renee King, de nueve años.
Uno de los momentos más potentes se vivió cuando Emma González, estudiante del instituto de Florida tiroteado y líder más carismática de la protesta, pidió unos minutos de silencio a las masas. Con su mirada firme, sin miedo, respirando hondo y lágrimas recorriendo sus mejillas en algunos momentos, González logró mantener calladas a cientos de miles de personas (unas pocas gritaron “nunca más”). A los seis minutos y veinte segundos sonó la alarma de su móvil: el tiempo que duró su intervención y la pausa silenciosa es el mismo escaso lapso de tiempo que Nikolas Cruz necesitó para matar con un rifle de asalto a 17 personas en su instituto. “Lucha por tus vidas –dijo– antes de que tengan que hacerlo otros”. “No vamos a parar aquí”, apostilló otro de los estudiantes llegados de Parkland, abrazados en el escenario mientras la marcha se dispersaba.
SILENCIO EN WASHINGTON Emma González, la carismática líder estudiantil, calló a las masas varios minutos