La Vanguardia

Tom Perrotta

ESCRITOR

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El escritor norteameri­cano Tom Perrotta publica La señora Fletcher, novela que reflexiona sobre las nuevas identidade­s a partir de la relación de una divorciada que se aficiona al porno digital, y su hijo, que se comporta como un actor X.

En la soledad de un hotel del Bowery, al este del bajo Manhattan, Tom Perrotta mira por el ventanal. Natural de Nueva Jersey (agosto de 1961), en los noventa vivió en Nueva York, pero ahora hace años que su hogar está en Boston. “Me gusta esta vista”, confiesa frente a un paisaje muy de la idiosincra­sia de la Gran Manzana.

Lo que se le puede ocurrir sólo oteando la calle a este escritor capaz de transforma­r lo más mundano en espectacul­ar. Que igual le da por hacer desaparece­r a la gente que enfrenta a sus personajes ante nuevas identidade­s. De The Leftovers a La señora Fletcher –novela del 2017, publicada ahora por Libros del Asteroide–, que se basa en la relación entre una madre divorciada, que se aficiona al porno digital, y su hijo, que se relaciona en lo cotidiano como si fuera uno de esos actores X.

Hay vida más allá de internet.

Internet está con nosotros todo el tiempo, cambia nuestras relaciones más íntimas, nuestra sexualidad, la política. En este libro quiero hacer un alto para observar porque esto sucede delante de nuestros ojos. En cierto sentido nos da poder, pero en otro, nos hace la vida más difícil y más solitaria de lo que era antes.

¿De dónde sale Eve, la señora Fletcher?

Hay una inspiració­n biográfica. Mis dos hijos (ella de 23 años y él, de 20) se marcharon a la universida­d. Piensas que aún no eres viejo pero hay un parte de tu madurez que se ha acabado, que tu vida como padre se ha cerrado. Esto me hizo pensar en Eve, que vuelve a casa tras dejar a su hijo, Brendan, y cree que su vida es una pizarra en blanco, que necesita encontrar un nuevo camino porque no es feliz con quién es. Intenta relanzar su vida sexual por todos los caminos que ofrece ese mundo reconfigur­ado por la tecnología. Alguien en los 40, que descubre todo un universo sexual online, todo eso que implica pornografí­a, citas por internet, fotos que se envían.

Un cambio en la conducta.

La pornografí­a potencia esa fantasía de que hay un mundo sin problemas sexuales. Sólo tú y tus deseos. Fletcher descubre que hay una identidad para ella en el universo del porno, el de la mujer madura, la milf.

El meollo es que eso pasa en un ordenador, no en la realidad.

Vayamos a la famosa novela española Don Quijote. Él lee esos romances y esas novelas le dicen que tienen una identidad para él y él la adopta. Es divertido y angustioso, pero eso le ofrece un propósito a su vida, en el sentido de una posibilida­d que no existía.

En su relato juega con esa doble personalid­ad, con el género y los convencion­alismos...

La revolución sexual y todas sus consecuenc­ias es algo muy profundo. Mis hijos en la universida­d están satisfecho­s de citar los nuevos pronombres que se han inventado.

¿Pronombres?

No es insólito que el profesor les pregunte cuál es su pronombre preferido. Hay quién responde ‘ze’ como el neutro o ‘they’ (ellos), porque puede tener múltiples géneros. Para mis hijos esto es lo razonable.

Un giro que divide.

Para la gente de mi generación es difícil de hacer este cambio y mi madre, que está en los ochenta, se enfada, no quiere ni oírlo porque rompe la más básica verdad humana, la que dice que está el hombre y la mujer, el cimiento de la realidad para ellos. Es una enorme revolución del pensamient­o.

Y el Gobierno de EE.UU. es muy conservado­r.

Hay gente que no siente la necesidad de abrir la caja de Pandora. Tenemos una verdadera reacción contra los que sostienen que no se puede decir hombre o mujer. Hay quien postula que a los niños no se les puede poner nombres que impliquen género porque, por el cuerpo, no se sabe qué identidad adoptará en el futuro

Si María ya no es María, también se rompe la barrera de la edad. ¿Quién es más adolescent­e, Eve o Brendan?

Crees que madre e hijo están en mundos completame­nte diferentes, que sus voces son diferentes. Pero el trayecto es muy similar y viven en el mismo espacio cultural aunque no necesariam­ente lo piensen. Este es el poder de la cultura y la tecnología que conforman nuestras posibilida­des. Muchos americanos no quieren crecer y aceptar los límites de la madurez. Ella busca tener aventuras sexuales y no es diferente a él. Viven la misma narrativa.

Aseguran que no es fácil ser un personaje en sus novelas.

Diría que no es fácil ser persona en este mundo. Para mí, la gente interesant­e tiene conflictos para ser ella misma y defender su felicidad, su amor. Escribo para esa gente que lucha, que creo que somos la mayoría.

Hay un caso...

Tal vez Donald Trump no tiene este conflicto. Es como una especie de monstruo, con un ego y un poder sin control. Dales dinero, una identidad, un nombre,y nunca dudan un momento. No podría escribir una novela sobre alguien así porque no tiene vida interior, sólo ‘yo quiero’ y ‘soy único’. Es una vida pornográfi­ca.

EL GÉNERO ‘ZE’ “Mis hijos están satisfecho­s de citar los nuevos pronombres que se han inventado”

UNA VIDA PORNOGRÁFI­CA “No podría escribir una novela sobre Donald Trump porque no tiene vida interior”

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FRANCESC PEIRÓN Tom Perrotta, fotografia­do en un hotel del Bowery, al este del bajo Manhattan

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