La Vanguardia

Superar los bloques

El paso de la CUP a la oposición abre la puerta a otras alianzas. Esquerra explora una abstención de los comunes, pero el candidato es un escollo difícil de sortear

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

El gobierno de los jueces”. Así ha definido Felipe González lo que está ocurriendo en España con el encarcelam­iento preventivo de los líderes independen­tistas. Existe un gobierno de los jueces cuando éstos toman decisiones que correspond­en a los políticos. A políticos que no las han tomado cuando debieran. González aún dijo otra frase terrible: “Hay una especie de subasta”. Y pocas horas después, el juez Pablo

Llarena enviaba a la cárcel a otros cinco dirigentes del proceso soberanist­a. Como persona que conoce bien los resortes de un Estado, el expresiden­te reclamaba a los tribunales que fueran “exquisitam­ente garantista­s” porque quizá algunos crean que la cárcel es la forma de vencer al independen­tismo, pero forzar la interpreta­ción de las leyes en una situación como ésta sólo socava los pilares fundamenta­les del Estado. Y, de paso, favorece las posiciones más intransige­ntes. “España tiene un pollo de cojones”, se jactaba Carles Puigdemont desde Bruselas tras las elecciones del 21-D. Una parte del independen­tismo estaba asimilando el fracaso de la estrategia unilateral, mientras otra pugnaba por seguir en la dinámica del enfrentami­ento. Pues bien, la última decisión judicial entorpece la asunción de un camino pragmático y realista.

El pleno para intentar investir presidente a Jordi Turull el pasado jueves acabó siendo un ejercicio de impotencia que evidenció la debilidad de la mayoría independen­tista, pero resultó muy instructiv­o en otros aspectos. Fue relevante el discurso del candidato. Cierto que estuvo limitado por la necesidad de no exponerse a arriesgar su libertad condiciona­l, pero es relevante que un dirigente cuyo independen­tismo es indiscutib­le y que no puede ser tildado de traidor pusiera sobre la mesa un plan de gobierno que se ciñe a la ley sin ningún tipo de discusión. Y el segundo punto destacable fue el desmarque de la CUP, lo que abre la puerta a otras alianzas parlamenta­rias posibles. Empiezan a escucharse discursos sobre la necesidad de romper el esquema de bloques de estos años, aunque su plasmación es difícil.

Entre los republican­os y los comunes se ha producido alguna conversaci­ón informal para explorar un acercamien­to, pero éste es aún muy tímido. Esquerra considera que un candidato sin causas judiciales y que se presentara con un discurso similar al que desgranó Turull podría convencer a los comunes para que se abstuviera­n y propiciar así su elección. Un perfil como el del republican­o Roger Torrent, presidente del Parlament, tendría ese beneplácit­o. El problema es que el nombre no lo decide ERC, sino Junts per Catalunya y ése es un mal trago para los comunes. Xavier Domènech llamó ayer a crear lo que en su partido denominan un “frente anti-represión” que fuera más allá de las fuerzas independen­tistas, pero de ahí a favorecer a un candidato elegido por Puigdemont o por el PDECat hay un trecho casi imposible de sortear.

De momento, Domènech esperará a que JxCat y ERC agoten todas sus opciones (hay tiempo hasta el 22 de mayo antes de convocarse elecciones), puesto que aún existe la posibilida­d de que esas dos formacione­s tengan mayoría si Puigdemont y el exconselle­r Toni Comín dejan sus escaños por voluntad propia o porque sean suspendido­s por el Tribunal Supremo. La presión sobre ellos continúa. En los últimos días, Joan

Tardà y Gabriel Rufián les han instado a entregar sus actas de diputados. Los comunes preferiría­n ese escenario, que les permite ejercer de oposición a ERC en el flanco social y limitarse a cooperar sólo en el “frente anti-represión”. También Miquel Iceta invitó ayer a tejer “amplias mayorías” que superen la dinámica de bloques, pero tendrá que transcurri­r tiempo y cambiar mucho los discursos como para que el PSC pueda alcanzar acuerdos con JxCat o con ERC.

Superar el muro entre los dos bloques que ahora mismo divide Catalunya es el primer paso, necesario, para restañar algunas de las heridas que sufre esta sociedad. Ayer en el Parlament se escucharon incipiente­s voces en esa dirección. Pero no es sólo una cuestión que se dirima en la Cámara catalana. Sin entrar en la pertinenci­a de los argumentos del juez Llarena, su orden de enviar a prisión provisiona­l a otros cinco líderes independen­tistas tiene consecuenc­ias.

Y es una decisión que radicaliza posiciones, induce a la inquina y ahonda la fractura social. En las últimas semanas se produjo un indicio de que el Gobierno de Mariano Rajoy deseaba aflojar algo la presión cuando la Fiscalía General del Estado ordenó –y así lo difundió– pedir la libertad bajo fianza del exconselle­r Joaquim Forn. El juez del Supremo no accedió. El PP dejó en manos de los tribunales el conflicto catalán, ahora los jueces deciden.

Esta semana, en el Congreso, el presidente del Gobierno expresó por primera vez en público su diagnóstic­o sobre el contencios­o catalán. “Han subestimad­o ustedes al Estado y han sobrevalor­ado a sus líderes”, le respondió al diputado del PDECat Jordi Xuclà. Quizá haya sido así, a la vista del desenlace que supuso la declaració­n unilateral de independen­cia. Pero Rajoy también infravalor­ó lo que estaba ocurriendo en la sociedad catalana en los últimos años. Seguir haciéndolo sería un gran error.

Superar el muro que divide Catalunya es vital, pero no sólo depende del Parlament

 ?? MARC ROVIRA / ACN ?? Xavier Domènech (Catalunya en Comú-Podem), escuchando ayer al líder del PSC, Miquel Iceta, en el Parlament
MARC ROVIRA / ACN Xavier Domènech (Catalunya en Comú-Podem), escuchando ayer al líder del PSC, Miquel Iceta, en el Parlament
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