Tiempo de aventureros
La erosión del PP sigue una tendencia general. En toda Europa, los gobiernos estatales son cada vez más incapaces de gestionar los principales temas colectivos, lo cual ha generado una gran intolerancia hacia la tradicional corrupción de los gobernantes y una tendencia a votar contra los partidos de gobierno, que pierden una elección tras otra.
Cada vez más temas importantes tienen que abordarse a nivel internacional o global, como la estabilidad financiera, las nuevas tecnologías, las fuentes de energía, el terrorismo, las migraciones o el cambio climático. Incluso algunas políticas sociales que pueden comportar cambios fiscales, como las pensiones o la renta básica universal, tendrán que ser abordados a nivel internacional, debido a la movilidad de las personas y los capitales afectados.
Los cambios tecnológicos y económicos, la mayor integración europea y la globalización erosionan los apoyos sociales de los grandes partidos tradicionales de centroderecha y centroizquierda, especialmente los conservadores y los socialdemócratas. Los grupos sociopolíticos relevantes ya no son el campesinado, la burguesía o el proletariado, sino, más bien, los jóvenes en paro, las mujeres o los jubilados.
Vivimos un tiempo de aventureros: dada la disgregación de las bases sociales y los apoyos electorales de los sistemas de partidos existentes, cualquier iniciativa contra las políticas tradicionales puede tener una oportunidad. Las alternativas básicas son los populismos nacionalistas, por un lado, y el liberalismo globalista, por otro. Cualquiera puede ganar, según cuales sean la credibilidad de los líderes y las reglas electorales, ya sea un Tsipras o un Macron, un Di Maio o un Rivera.
Cualquiera puede ganar, según cuales sean la credibilidad de los líderes o las reglas electorales