Demos voz a la endometriosis
Marzo es un mes especial para mí, es el mes de la endometriosis. Una enfermedad que, desde hace más de cinco años, me ha enseñado muchas cosas además de hacerme sufrir tanto. La enfermedad del silencio: nunca pierdo la sonrisa y parece que no me pasa nada, pero mi cuerpo por dentro está mutilado. Dos operaciones en dos años, muy importantes: resección de nódulos en la cavidad pélvica y hasta en lo más profundo de mi espalda, en el psoas; resección del recto, ovarios, útero… Salgo de mi última operación, espero que sea ya definitiva.
Una enfermedad benigna, dicen: me ha quitado parte de la vida, mi vitalidad, sumamente importante con tres niños pequeños… Una enfermedad desconocida: la padecen el 10% de las mujeres (no todas con la misma intensidad) y no hay hoy por hoy un tratamiento y una cura eficaz. ¡Queremos más investigación!
Una enfermedad que me ha hecho crecer imponiéndome un nuevo reto, volver a tener cierta calidad de vida. El camino no ha sido, ni es, fácil y además es muy caro. La sanidad pública no está preparada para atendernos en todas las facetas de la enfermedad, hacen falta unidades muy especializadas con médicos expertos que empiezan, poco a poco, a florecer. Una enfermedad que me ha hecho descubrir maravillosas personas que me han apoyado, pero a su vez demasiados baches por la incomprensión de muchos, pero que me sigue enseñando que no sirve de nada mirar el pasado, ni pensar en el futuro: es el presente el único momento que saborear.
Seguirá siendo un gran lastre hasta que no se encuentre un tratamiento adecuado. Demos voz a la endometriosis.
AGNÈS DEWULF
Biscarrues (Huesca)