Una cultura para la metrópoli
El éxito de la Quinzena de danza incita a los municipios barceloneses a unirse y colaborar
Una cultura metropolitana? Aunque desde hace décadas se escucha el run-run de que sería positivo para los municipios del área de Barcelona una mayor colaboración en materia cultural, como sucede en el transporte, lo cierto es que nadie hasta ahora se había puesto manos a la obra. Lo hizo el socialista Jaume Collboni mientras fue concejal de cultura de Barcelona (las bases de Bcomú decidieron en noviembre romper con el Partit dels Socialistes de Catalunya por su postura en el procés) y dejó una primera iniciativa que acaba de concluir: la Quinzena Metropolitana de Dansa.
No fueron quince, sino dieciocho días de danza en seis municipios bajo la condición de que estuvieran unidos por el metro: Badalona, Barcelona, Cornellà, Esplugues, l’Hospitalet y Santa Coloma.
Más de cien funciones de danza, espectáculos de calle, cientos de estudiantes y docentes implicados y miles de espectadores en calles y auditorios, disfrutando de una disciplina –la danza contemporánea– que no es la más popular por estas latitudes.
Ahora, todos quieren repetir. Es cierto que fue Barcelona quien puso casi todo el capital: 800.000 €.
Aunque la valoración oficial de la Quinzena se hará el día 5, el run-run crece. Muchos de los ayuntamientos implicados en la iniciativa y otros que no lo han estado coinciden ahora en remarcar la necesidad de cooperar más y mejor: para programar, para producir o para plantearse la creación de un organismo supramunicipal; aunque la cesión de poderes en beneficio de un ente superior se ve casi utópica en muchos de los gestores consultados. “¿Quién se atreve a proponer un alcalde metropolitano?”, se pregunta Joan Subirats, sucesor de Collboni al frente del Institut de Cultura de Barcelona. Lo cierto es que la ciudad de Barcelona ocupa el lugar 17 en la lista de las más pobladas de Europa pero sube al 6 como área de influencia metropolitana, más allá del área estricta, sólo por detrás de Londres, París, región del RinRuhr, Madrid y Randstad, un territorio que abarca ciudades como Amsterdam, Delft... En fútbol compite en la franja superior: ¿por qué no en cultura? ¿Cómo hacerlo?
“Para aclarar bien las cosas sería necesaria una ley de equipamientos nacionales porque desarrollaría el sistema de una manera más armónica. Todos ellos, por circunstancias diversas, han nacido y crecido solos, cada uno su aire, y en ocasiones los papeles no están claros”, opina Jordi Sellas, que fue director general de Creació i Empreses Culturals de la Generalitat entre 2013 y 2016 y que como tal intentó, a través del Sistema Públic d’Equipaments Escènics i Musicals poner algo de orden en el ecosistema cultural.
“Lo más importante es que por fin hemos conseguido un proyecto
cultural común metropolitano. Por primera vez Barcelona ha tenido la generosidad de impulsar un proyecto así y por primera vez hemos encontrado una mirada amiga en Barcelona, no solo un municipio que absorbe nuestro público”, celebra Rocío García, concejal de cultura e igualdad de Cornellà. “La Quinzena debe tener continuidad”.
“En realidad –añade Sellas–, muchos de los planes que se reclaman suelen estar hechos, lo único que falta es aplicarlos. Bueno: también falta dinero”. Barcelona dedicó en el 2016 117 millones a la cultura. El año siguiente, 135. Una cifra parecida a la de Madrid, que la dobla en población. Los años de crisis han diezmado al sector cultural, que perdió alrededor del 30% del presupuesto público.
Subirats está “absolutamente a favor” de continuar en esta línea de cultura metropolitana. “Para otras ediciones debemos pensar en tener un director consensuado, mayor equilibrio presupuestario y que el área metropolitana entienda que dedicando dinero a la cultura crece el sentimiento de pertenencia”. “En todo caso –añade–, el área metropolitana no tiene competencias, pero tampoco tiene ningún impedimento para impulsar más políticas culturales”.
“Hay una autoridad metropolitana de transporte: ¿por qué no una cultural?”, defiende Jordi Sellas, “soy un defensor radical de la Barcelona de los 4 millones de habitantes, yo estaría totalmente por la labor de que un ente coordinador, aunque es muy difícil porque nadie quiere ceder peso de su institución en favor del conjunto. Pero cuando has viajado un poco por el mundo te das cuenta de que nos iría mucho mejor”.
Carmela Fortuny, edil de cultura de Sant Cugat, defiende con vehemencia “la suma de esfuerzos. Creo que estamos obligados. Si hablamos de democratizar la cultura y el acceso a la cultura es necesario que lo hagamos más allá del color político, provocando que las cosas pasen”. ¿Cediendo poder? Fortuny cree –la entrevista se hizo por teléfono el miércoles– que “pese al momento excepcional que está viviendo el país los municipios metropolitanos estamos en general bastante de acuerdo y colaborativos”. “Cuanta más colaboración mejor porque aquí no hay fronteras”, considera Hugo Ferrer, asesor de alcaldía en Sant Adrià de Besòs: el tercer municipio con menor renta per cápita de Catalunya y sin apenas programación cultural, encajado entre Barcelona y Santa Coloma.
Además de la posibilidad de establecer una “autoridad” metropolitana o cuando menos estimular las prácticas conjuntas (producción, programación, comunicación), uno de los debates de fondo es qué papel juega cada institución cultural en la galaxia de auditorios, teatros, salas de conciertos, museos, archivos e incluso escuelas.
El Teatre-Auditori de Sant Cugat, por ejemplo, forma parte de Teatres Amics, una red que produce espectáculos. ¿Es su función? ¿O sería más bien la del Teatre Nacional de Catalunya, o del Lliure. “Hay algunos grandes equipamientos que no irradian más allá de sus ámbitos estrictos de actuación y, en mi opinión, como cabecera de sistema deberían hacerlo”, analiza Sellas.
Así las cosas, ¿qué percepción tienen en una ciudad como l’Hospitalet de una entidad como el Liceu, que está a pocas paradas de metro de distancia? “Salvo para una minoría, no creo que se sienta como algo propio”, considera el concejal de cultura, David Quirós. “Igual que el Teatre Joventut, que con una programación de calidad, está a una parada de metro de Barcelona. Una. Pero viene muy poca gente de Barcelona. Es necesario cambiar esta idea”.
JOAN SUBIRATS “Dedicando dinero a la cultura crece el sentimiento de pertenencia metropolitano”
JORDI SELLAS “Hay una autoridad metropolitana de transporte: ¿por qué no una cultural?”
CARMELA FORTUNY “En el área metropolitana estamos en general bastante de acuerdo y colaborativos”
ROCÍO GARCÍA “Por primera vez Barcelona es una mirada amiga, no sólo quien se lleva nuestro público”