La Vanguardia

Excavando

- Pedro Nueno

Quise aprovechar antes de la Semana Santa para pasarme por las excavacion­es de Catalina, ya saben, aquella isla del archipiéla­go Patreuro, situado entre el Océano Atlético y el Mar Intermedia­rio, en la que hace 3.000 años hubo una civilizaci­ón. Quería contactar con el profesor Onesone, el americano que dirige la excavación, porque tiene una visión independie­nte y americana –concreta, sencilla y basada en hechos– y siempre me es útil que me explique cómo se ve lo que pasa aquí sin emociones en una dirección u otra. Me explicó que los padres de niños extranjero­s tienen miedo de que sus hijos vengan a Barcelona. En el último trimestre sólo ha tenido en las excavacion­es tres chicos, los tres españoles, que estudian en un colegio americano, se vinieron a su casa porque ya llevaban un par de años en un colegio americano y de vez en cuando les apetece estar unos días con sus padres.

Me contó que está siendo horrible. Cada día hay manifestac­iones, independen­tistas, no independen­tistas, jubilados, etcétera, y como las excavacion­es tienen el acceso en la zona próxima a donde está el Ayuntamien­to y la Generalita­t, las manifestac­iones hacen que por prudencia Onesone no tenga niños allí que pudiesen quedar bloqueados bajo tierra, porque a veces la gente pasa horas manifestán­dose, y es evidente para él que, por lo que aprecia, muchas personas mayores parece que se lo pasan bien manifestán­dose. Tan pronto gritan con malas caras como se ríen entre ellos. Malas caras y gritos, sobre todo si los filman.

El profesor Onesone estaba preocupado

Yo siempre he visto que los extranjero­s, sobre todo los no europeos, cuando vienen aquí, se enamoran

porque en todo el 2018 prácticame­nte no se ha excavado nada y no han venido alumnos de intercambi­o. Él solo ha limpiado un mosaico donde se ve a visires catalinos y a otros que quieren serlo peleándose, encarcelad­os, huyendo y mientras, los catalinos trabajan construyen­do, sacando galeras llenas del puerto, dando de comer a esclavos. En su universida­d de América le valoran y confían en él pero como lleva ya un tiempo sin actividad empiezan a estar molestos y le ofrecen una oportunida­d en Turquía y otra en Egipto. El profesor Onesone está enamorado de Barcelona y está muy a gusto aquí pero entiende que los padres de niños americanos que ven fotos de gente agresiva en manifestac­iones enormes y continuas en Barcelona pidan al colegio que no envíe alumnos aquí.

Me preguntó si le podía ayudar. Le sugerí que organizase un viaje a Barcelona para los padres de niños de su colegio en Estados Unidos. Podrían visitar Barcelona, pasar por las excavacion­es y ver que los ciudadanos son muy amables, abiertos, pacíficos y gente de calidad. Eso sí: no llevarlos a ver a ningún político que pudiese decir alguna cosa que sonase a posible amenaza. Yo siempre he visto que los extranjero­s, sobre todo los no europeos, americanos, chinos, que no nos conocen, nos consideran un país muy por debajo de la media europea. Pero cuando vienen aquí se enamoran. Hemos de hacer un esfuerzo para que pasen por aquí, Mobile World Congress, Fira, congresos de médicos, o de lo que sea. ¿Por qué no colegios? No salimos bien en ningún ranking, pero los rankings no cuentan valores, actitudes, calidad humana. Sigamos.

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