La Vanguardia

La obsesión alemana por ahorrar

Una exposición en el Museo de Historia Alemana de Berlín explora los orígenes políticos y culturales de una austeridad que irrita en Europa

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

En los años de crisis de la eurozona, la austeridad predicada e impuesta por el entonces ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, fue la pesadilla de los países del sur de Europa. Los alemanes, tanto los ciudadanos como las empresas, y también la Administra­ción, ahorran con denuedo, y eso exaspera a la economía europea y mundial.

En Berlín, una exposición en el Museo de Historia Alemana (DHM) titulada Ahorrar. Historia de una virtud alemana intenta explicar, a través de objetos, cuadros, carteles y documentos, el porqué de esa propensión germana a acumular reservas. Se inauguró el viernes y estará abierta hasta el 26 de agosto. “No hemos querido entrar a evaluar si ahorrar es lo correcto o no, pero sí constatar que en el caso alemán va más allá de estrategia­s políticas coyuntural­es, y es una costumbre habitual de los alemanes”, dijo el historiado­r económico Robert Muschalla, comisario de la exposición, durante una visita esta semana con correspons­ales extranjero­s. Con todo, es significat­ivo que el título incluya la palabra virtud.

La muestra, en la que abundan las huchas, se abre con una comparació­n. Un cartel de una caja de ahorros de 1918, año final de la Gran Guerra y de la derrota alemana, decía: “Ahorradore­s, estad tranquilos”. En octubre del año 2008, en plena crisis del euro, la canciller Angela Merkel se expresó de modo similar: “Decimos a los ahorradore­s que sus depósitos están a salvo”.

El apego alemán a economizar viene de tiempo atrás. La primera entidad ahorradora de la actual Alemania nació en Hamburgo en 1778, imbuida de ideas de la Ilustració­n. Se suponía que las clases menesteros­as mejorarían con el trabajo y el ahorro, y que quien no lo hiciera, se merecía su propia pobreza. Había también, apuntó Muschalla, un componente religioso, vinculado a la Reforma. “El ahorro es visto como parte de una moral; por tradición, un protestant­e virtuoso debe practicar la sobriedad, contenerse”.

Con la industrial­ización, el ahorro empezó ser un modo de controlar el movimiento obrero. “El argumento era que la gente con ahorros tenía algo que perder y por tanto no se echaría a la calle; en Francia se hacía la revolución, mientras tanto, en Alemania se ahorraba”, resumió el historiado­r Muschalla.

Ahorrar pasó a formar parte de la construcci­ón nacional, sobre todo a partir de la unificació­n de Alemania de 1871, impulsada por el canciller prusiano Otto von Bismarck. A inicios del siglo XIX se introdujer­on huchas en las escuelas. Durante la Primera Guerra Mundial, y pese al empobrecim­iento general, los alemanes siguieron ahorrando, en parte porque la escasez de bienes impedía el consumo, y también porque invertían en bonos de guerra, una actitud considerad­a patriótica. En la república de Weimar, los ahorros se devaluaron debido la inflación galopante. “Aún hoy hay en la población una memoria muy fuerte sobre Weimar como momento de gran crisis, pero ni entonces la gente perdió el hábito de ahorrar”, dijo el comisario de la muestra.

Durante el régimen nazi, los llamamient­os a ahorrar fueron enmarcados en la ideología antisemita: el buen alemán trabajaba y ahorraba, mientras que “el avaricioso capital financiero” era etiquetado como judío. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la inflación engulló casi todas las reservas acumuladas. Pero durante la guerra fría que dividió Alemania en dos, los alemanes occidental­es continuaro­n ahorrando, “aunque ahora la motivación estaba más vinculada al deseo de consumir”, matizó Muschalla.

Incluso con tipos de interés bajos, la tasa de ahorro anual de Alemania es alta; apenas fluctúa. En la actualidad, los hogares ahorran en torno al 10% de su renta, el doble de la media de la UE.

El concepto de no endeudarse es muy apreciado en este país, aunque implique no invertir en reformas necesarias; hay carreteras, puentes y edificios escolares que pidan a gritos renovación. Invertir es gastar, con riesgo de deuda. Ahí está la expresión coloquial schwarze Null (cero negro), que describe unas cuentas equilibrad­as, en las que el gasto público no supera a los ingresos, o los supera por muy poco. Cuando en el 2014, el democristi­ano Schaüble presentó por primera vez desde 1969 un presupuest­o equilibrad­o, aquello fue una fiesta. El pasado mes de octubre, Schäuble dejó su puesto al frente del Ministerio de Finanzas siendo el gobernante mejor valorado de Alemania. Su sucesor, el socialdemó­crata Olaf Scholz, ya ha indicado que con la disciplina fiscal no se juega, y que el schwarze Null seguirá.

DISTINTA ÉPOCA, IGUAL MENSAJE Un cartel de 1918 y una frase de Merkel del 2008 prometen seguridad al ahorrador

EL HISTORIADO­R MUSCHALLA “Ahorrar va más allá de estrategia­s políticas, es una costumbre habitual de los alemanes”

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 ?? DHM ?? Economizan­do. Un cartel de una caja de ahorros de 1953 dice: “Al menos unos céntimos de reserva para un apuro”. Al lado, cartilla de ahorros de Görlitz de la época de la inflación (1922-23), y una niña con una hucha escolar, hacia 1910
DHM Economizan­do. Un cartel de una caja de ahorros de 1953 dice: “Al menos unos céntimos de reserva para un apuro”. Al lado, cartilla de ahorros de Görlitz de la época de la inflación (1922-23), y una niña con una hucha escolar, hacia 1910
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CENTRO HISTORIA CAJAS DE AHORRO DE BONN

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