Saltando barreras
Por primera vez, dos niñas formarán parte del cuadro de la Dansa de la Mort de Verges, hasta ahora reservado sólo al sexo masculino
Con sólo 12 años, Nora Ferrer y Mar Salas han roto una tradición de varios siglos. Este año, en la Dansa de la Mort de Verges, uno de los actos de Semana Santa más populares de Catalunya, participarán por primera vez también mujeres. Desde como mínimo el siglo XVIII –cuando aparece la primera referencia documental de este baile macabro en Verges– únicamente los hombres habían protagonizado esta danza, asociada a las epidemias de la peste negra que azotaron Europa en la edad media y que transmite la idea sobre el paso del tiempo y el final de la vida. “Nemini parco”. La muerte no perdona a nadie.
Nora, de Verges, y Mar, de Colomers, han vivido desde pequeñas esta tradición, que es el colofón de la Pasión de Verges, que la Generalitat declaró Fiesta Tradicional de Interés Nacional en 1983. “Me gustaba, iba a verla cada año y pensaba: ¡ojalá pueda haber mujeres algún día!”, explica Nora, con desparpajo. Ese día llegará el Jueves Santo de madrugada, cuando desfilarán al ritmo del tamboril que resonará con fuerza en un silencio sepulcral por las estrechas y repletas calles de Verges, que llegan a reunir a más de 5.000 personas.
Las pequeñas desconocen aún si formarán parte de los tres esqueletos infantiles elegidos para el baile o bien integrarán el grupo de cuatro (dos adultos y dos niños) que acompañarán a los saltadores con antorchas, iluminando su camino. Sea como fuere, aseguran que “estamos preparadas para todo”. La decisión final la tomará como muy tarde el miércoles Adrià Sabaté, que marca el paso de la danza con el tamboril desde el año 2013. “De- penderá de la técnica de la ejecución de los saltos, pero es bueno que todos los niños sepan bailar por si se produce alguna lesión”, afirma.
Mar y Nora llevan dos semanas desafiando la tramontana y el frío de las últimas noches para aprender bien la coreografía y no cometer errores. El hecho de que practiquen baile y baloncesto les ayuda a estar en forma y aguantar las más de dos horas de recorrido. “Lo que se me hace más cuesta arriba es el paso por la calle de los Cargols porque es muy larga y estrecha y en ocasiones chocamos con las rodillas”, decía Mar, antes de participar en el ensayo de este jueves.
Son conscientes de que están haciendo historia y que con su gesto pueden abrir camino a muchas niñas, que como ellas, algún día anhelaron con participar en la tradición más popular de Verges. Lo reconocía uno de los padres que este jueves asistía como público al ensayo. “Si un día mi hija me pide participar, ahora ya sabré que contestarle”, aseguraba. Han roto un muro que la historia ha mantenido intacto durante como mínimo tres siglos. Pero no se otorgan excesiva importancia. Lo asumen con naturalidad, con la misma con que lo hace el presidente de la Associació de la Processó de Verges, Tono Casabó. “Es un acto de normalización, los tiempos han cambiado; los esqueletos además no tienen sexo”, afirma.
Fue la asociación la que hace unas semanas anunció en la escuela y en el instituto al que asisten las dos pequeñas que quedaban tres plazas infantiles vacantes. A Mar y a Nora, que son grandes amigas, no les costó nada autoconvencerse y presentar su solicitud. La sorpresa fue cuando las eligieron. “Cuando lo dijimos en el instituto los demás niños no lo creían”, explican.
Su aproximadamente metro y medio de estatura y complexión menuda encaja como un guante en las mallas negras que llevan pintado un esqueleto, renovadas hace unos años. Esto, sumado a su resistencia física y a la correcta ejecución de los pasos, fueron requisitos indispensables para su admisión. Para el año que viene tienen la participación garantizada. Eso sí, siempre y cuando no peguen un estirón y el traje se les quede pequeño.