Pepe Habichuela
MÚSICO FLAMENCO
“Un maestro inusual”. Así presentaba el Flamenco Festival de Nueva York al guitarrista Pepe Habichuela, que actuó anteanoche junto a un conjunto que casó flamenco y latin jazz . No defraudó a nadie.
Hacía ya unos cuantos minutos que sonaba la música y no se había escuchado más voz que la del cante y la de algunos “olé”.
Una noche muy olé en la Gran Manzana, en el Town Hall, uno de esos teatros y sala de conciertos con tradición en Manhattan, ubicada en el entorno del distrito de la escena de Broadway.
Entonces, Josemi Carmona dejó de rasgar la guitarra y tomó la palabra, en castellano. “Estamos encantados de actuar en Nueva York... Este es un momento especial, el de recibir al jefe, al baranda como decimos los gitanos, y el jefe es mi padre, don Pepe Habichuela”.
Todos los otros músicos salen del entarimado. Este hombre de 73 años, menudo en el camerino, emerge gigante con su guitarra entre las manos. En el programa se le define como “un maestro inusual”. Según el texto, “un eslabón inestimable en la historia y las tradiciones más profundas del flamenco”.
Este espectáculo sirve también para conmemorar sus seis décadas en los escenarios. Del Sacromonte a la cima de la ciudad de las estrellas. “Se dice fácil, pero sesenta años son muchas, pero que muchas horas tocando la guitarra”, declara.
En esta ocasión, además, pone el colofón al Flamenco Festival de Nueva York, que arrancó a principios de este marzo.
El show lleva por título Dinastías legendarias y tiene mucha más miga de lo que señala la explicación oficial. En principio, este concierto mezcla el flamenco de la familia Habichuela con el jazz latino de otra leyenda local, el pianista Arturo O’Farrill y su hijo, el trompetista Adam O’Farrill.
El baranda (José Antonio Carmona Carmona) deja atónica a la concurrencia con su despliegue mediante las seis cuerdas y esa capacidad de hacer hablar a la guitarra, que trasciende del lamento a la alegría.
Luego se retira un rato. Más que a descansar, a permitir que se expresen las nuevas generaciones. Josemi, su hijo, asume el liderazgo. Acumula carretera a cuestas. Formó parte de los Ketama (sus primos) y, entre innumerables aventuras, estuvo con el mítico Camarón en algún concierto neoyorquino.
Además de sus habituales acompañantes –el bajista Javier Colina y el percusionista, y parte de la familia, José Manuel Ruiz Bandolero–,por el entarimado se expresan otros artistas de otras dinastías legendarias.
Cautiva con su voz Kiki Morente, hermano de Estrella e hijo de Enrique Morente, fallecido en el 2010 y considerado uno de los renovadores del flamenco. No debe ser casual que Pepe Habichuela y Enrique Morente formaran sociedad artística.
Puro torbellino. Al baile, Alba Heredia, de los Maya, provoca delirio en el público. “Es como si entrara en éxtasis”, asegura un experto al verla en acción.
Por fin, el gran encuentro. Los Habichuela y los O’Farrill. “Este es un sueño hecho realidad”, proclama Arturo.
Hay un abrazo entre familias, expresión de ese sentido de herencia y de legado.
“Había tocado otra vez con mi padre en Nueva York”, dice Josemi. “Tenía 14 años”, tercia don Pepe. Josemi participó con su padre en el espectáculo de Broadway de 1986 Flamenco Puro. Como si no hubiera pasado el tiempo, “olé, olé y olé”.
El escenario unió a varias dinastías: la de los Habichuela, los O’Farrill, los Maya y los Morente