La Vanguardia

Boris Johnson

MINISTRO DE EXTERIORES BRITÁNICO

- LONDRES

La campaña por el Brexit violó la ley al utilizar un grupo paralelo para gastar por encima del límite legal. La acusación, hecha por un activista, ha sido tachada de “ridícula” por Boris Johnson, cabeza visible del movimiento.

Si los británicos empezaban a tener más que asumido que el referéndum del Brexit se ganó a base de medias verdades, cuando no falsedades directas, esta pasada semana tuvieron que tragarse otro sapo: sus datos en Facebook pueden haberse utilizado de manera fraudulent­a con finalidade­s políticas gracias a la eficiente labor de la consultora Cambridge Analytica. Y ahora puede que tengan que tragarse un tercero: la campaña gastó más dinero de lo permitido. Es decir, no sólo fue mentirosa y manipulado­ra, sino además ilegal.

Este último punto lo destapó este fin de semana Shahmir Sanni, un activista que participó activament­e en el movimiento Vote Leave (vota por salir). En una entrevista concedida a la televisión británica, Sanni afirmó que la campaña oficial utilizó un grupo distinto, más pequeño pero con claras afinidades, llamado BeLeave, para gastar por encima de lo marcado por la ley.

Sanni no se mordió la lengua y reconoció que toda la campaña previa al referéndum de junio del 2016, fue “completame­nte ilegal” y “sobrepasó los límites de gasto establecid­os”.

Según el sistema de organizaci­ón que describe Sanni, BeLeave estaba totalmente coordinada con su hermana mayor y se trabajaba en grupo, “pese a que dijeran que eran independie­ntes”, añadió.

Sin embargo, ambas habrían funcionado paralelame­nte a nivel económico hasta que se acercaba la recta final de campaña. Vote Leave ya estaba rozando los siete millones de libras (ocho millones de euros) que se marcaba como límite legal. Fue entonces cuando hizo una donación de 625.000 libras a BeLeave, lo que le permitió recibir nuevas donaciones sin superar el presupuest­o.

La ley electoral británica es, en este sentido, muy clara. Prohíbe cualquier tipo de coordinaci­ón entre campañas que se considerab­an independie­ntes.

Boris Johnson, ministro británico de Exteriores y uno de los líderes que impulsaron Vote Leave, se defendió de las acusacione­s calificánd­olas de “totalmente ridículas”. “Ganamos de manera honesta y legal; dejaremos la Unión Europea en un año”, zanjó Johnson con un tuit.

Sin embargo, el tema no parece que vaya a acabarse aquí. El canal 4 de la televisión británica y el diario The Observer, que fueron los que tuvieron la exclusiva, consideran creíble la versión de Sanni, quien trabajó primero como voluntario en la campaña oficial y después se incorporó a la organizaci­ón BeLeave.

“Estoy de acuerdo en abandonar la Unión Europea, pero no en que perdamos lo que significa ser británico, perder lo que significa seguir las normas, perder lo que

Vote Leave cedió al movimiento BeLeave parte de sus donaciones para poder superar el límite

significa ser una democracia”, justificó Sanni al explicar sus motivacion­es. “Se hicieron trampas y la votación no fue legítima, la gente ha sido engañada”, añadía.

Desde Vote Leave, que aún funciona como grupo de presión, se negaron tajantemen­te estas acusacione­s. Un portavoz recordó que la comisión electoral ya se había pronunciad­o en dos ocasiones sobre este punto y no había encontrado ninguna ilegalidad.

Sin embargo, desde la comisión electoral se limitaron a señalar ayer que no hacían comentario­s sobre asuntos que estaban bajo investigac­ión.

Mientras, los británicos siguen atónitos ante el otro gran tema que hace temblar los cimientos del poder a los dos lados del Atlántico: las acusacione­s de que Facebook habría permitido la cesión de datos de sus usuarios que después fueron utilizados con finalidade­s políticas a través de la empresa británica Cambridge Analytica. Datos que sirvieron para impulsar la campaña de Donald Trump, pero también la del Brexit.

Una antigua trabajador­a de Cambridge Analytica, Brittany Kaiser, reveló el viernes que mantuviero­n contactos con miembros de la campaña a favor del Brexit a través de Arron Banks, un empresario británico que apoyaba el partido eurófobo UKIP.

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RUSSELL CHEYNE / REUTERS Una joven con una camiseta de Supergirl con la bandera de la UE durante una manifestac­ión en contra del Brexit, ayer en Edimburgo

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